Amores minúsculos. Entre olas de fuerza variable y un tsunami devastador - Alfa y Omega

He de reconocer que esta crítica me ha costado más que otras, y la razón es muy sencilla: es difícil escribir objetivamente cuando algo te toca por dentro. Y eso pasó al ir a ver Amores minúsculos. Cuando llegué al espacio escénico en el que se representaba, Teatro Lara, y leí lo que decía folleto («no habrá espectador que no se sienta identificado») no podía sospechar que esa «predicción» iba a cumplirse al cien por cien. Y hubiera sido fácil, sabiendo de qué iba la pieza: de amor. ¿Y quién no tiene historias de amor en su vida? ¿Quién no se siente afectado por lo que mueve el mundo?

La siguiente pregunta que vino a mi mente la provocó el título de la obra: ¿puede un amor ser algo minúsculo? Esos amores, incluso los más pequeños, los que llegan de repente a tu vida, y se van antes de lo esperado, no son minúsculos, son grandes… grandes experiencias, decepciones, ilusiones, motivaciones… porque el amor, por definición, no puede ser algo pequeño ni insignificante.

Y así es precisamente como se plantea esta fantástica pieza, recién estrenada en la escena teatral madrileña: como una muestra de distintas vidas marcadas por distintos tipos de amor… como una sucesión de ejemplos de amores minúsculos, y no tan minúsculos, que mueven los hilos de las vidas de los protagonistas.

Carlos, el tipo de éxito, que está por encima de cualquier sentimiento; David, el que por no pensar vive un amor sin amor; Eva, la que está deseando amar pero se protege del desamor antes de que llegue; Laura, la que vive el amor de la forma más generosa; Nacho, con una sucesión de amores que en realidad le dejan vacío; Jaime, la timidez que está deseando ser amada… Personajes, estereotipos, personas en definitiva, que tocan alguna parte de nuestro corazón y nuestra mente, y nos hacen sentirnos identificados con sus historias y sus vidas.

Amores minúsculos es la adaptación teatral del cómic homónimo de Alfonso Casas, y se ha llevado al teatro con un doble reparto alterno, unido a dos sentimientos inseparablemente relacionados con el amor: la pasión y el deseo. Yo tuve la suerte de disfrutar del reparto de la pasión, y desde luego, fue eso lo que despertaron: pasión por su interpretación. Es cierto que la escenografía y la concepción del espacio en el que se desarrolla la obra ayuda mucho, con una cercanía física y un decorado escaso –aunque muy cuidado– que hace de los personajes el centro de todo, pero también es cierto que la forma de interpretar y «mostrar» esas vidas es un absoluto acierto. En Amores minúsculos, el espectador es un personaje más, un «amigo» más, se siente parte de la narración… se ríe, reconociendo en las ironías y los chistes cosas dichas antes por él, y se emociona, reconociendo sentimientos también vividos antes por él.

Vaya desde estas líneas mi enhorabuena al reparto de este miércoles, (Elena Alférez, Javier Martínez, Pablo Castañón, Guillermo Barrientos, Mariona Tena y Héctor González), al director (Iñaki Nieto), a todas las personas que han logrado pasar estos amores de un cómic al escenario. Y vaya también mi recomendación para no perderse esta pequeña gran obra.

Me quedo, para finalizar, con una de las frases de uno de los personajes: el amor se puede presentar como «olas de fuerza variable o un tsunami devastador»; pero de una forma u otra, nunca será algo minúsculo.

Amores minúsculos

★★★★★

Teatro:

Teatro Nuevo Apolo

Dirección:

Plaza Tirso de Molina, 1

Metro:

Metro: Tirso de Molina

Hasta el 6 de diciembre