«Algunas mujeres pierden su útero en el proceso» de los vientres de alquiler - Alfa y Omega

«Algunas mujeres pierden su útero en el proceso» de los vientres de alquiler

La prohibición en el territorio de los vientres de alquiler, como ya han hecho algunos países, no es suficiente. La Declaración de Casablanca, cuya portavoz se reunió la semana pasada con el Papa, busca su abolición

Victoria Isabel Cardiel C.
Maurel durante la entrevista.
Maurel durante la entrevista. Foto: VIC.

Nunca había visto una foto de su madre embarazada y el silencio familiar en torno a sus orígenes era cada vez más asfixiante. Olivia Maurel siempre supo que algo no encajaba. Creció en Francia entre algodones y en un entorno extremadamente protegido. Pero ese palacio de cristal era solo aparente: las crisis de ansiedad eran cada vez más frecuentes; le costaba trabajo confiar en la gente y, en la adolescencia, empezó a beber y a fumar marihuana, tuvo depresión e intentó suicidarse.

Para sanar tuvo que hurgar en su pasado a través de una prueba de ADN. Un trance doloroso que reveló que nada más nacer fue arrancada de los brazos de su madre biológica para ser vendida a sus padres como si fuera un mero producto de fábrica. «No les culpo. Usaron un sistema que abusó de una mujer que necesitaba pagar sus facturas». Su obstinación por saber de dónde venía le llevó hasta su progenitora: «Se aprovecharon de ella; era vulnerable, sufría depresión. Estaba destrozada y endeudada». Este descubrimiento fue el punto de inflexión que puso su vida rumbo a la abolición de la gestación subrogada, un negocio boyante que en 2022 recabó unos beneficios de 12.780 millones de euros, según datos recogidos por la consultora Global Market Insights.

«Son niños de segunda clase que pierden todos sus derechos, incluso antes de nacer».
Velina Todorova
Derechos del Niño, ONU

En junio de 2023 Maurel contó su terrible experiencia en TikTok y su testimonio se hizo viral. La iniciativa Declaración de Casablanca, lanzada unos meses antes, en la ciudad marroquí que le da el nombre, la hizo su portavoz. Desde entonces, lidera la campaña para erradicar mundialmente esta práctica. «Es un negocio como lo era la esclavitud. Genera tráfico humano y para frenarlo necesitamos una respuesta internacional», describe esta influencer, que también contó su historia ante los Parlamentos de la República Checa y Croacia y que la semana pasada estuvo junto a su marido en el Vaticano. Se presentó ante el Papa como «atea y feminista», pero encontró en Francisco un regazo en el que mecer sus heridas y un apoyo incondicional a su causa.

«En tres ocasiones afirmó que la gestación subrogada es un negocio global. Fue increíble oírle decir esto», señala. En ningún momento el Pontífice —que dio su primer espaldarazo a la prohibición universal de la gestación subrogada en el tradicional discurso ante los diplomáticos a principios de año— usó la religión para descalificar esta realidad que convierte el deseo de ser padres en una industria muy rentable: «Constató un hecho científico: la simbiosis que se produce en el embarazo entre madre e hijo, que hace que las células pluripotenciales de la sangre del feto y la placenta pasen a la circulación del bebé y también a la de la madre», incide. Este fenómeno, llamado microquimerismo fetal, es otro argumento clave en el debate sobre este negocio, que transforma el don de la maternidad en un catálogo de opciones.

«La gestación subrogada es la única forma de que un hombre soltero obtenga la custodia exclusiva de un recién nacido”.
Kajsa Ekis Ekman
Activista sueca

La industria de los vientres de alquiler está sustentada por una poderosa red de médicos, abogados, agencias, asesores y clínicas privadas que opera en varios países y se dedica a conectar el deseo de ser padres de cientos de parejas y también de personas solas con la vulnerabilidad de mujeres, casi todas pobres, que encuentran en esta vía un desahogo económico. «No existe el derecho a tener hijos. Es un concepto inventado», zanja Maurel, que ha sido víctima de ataques en internet por enfrentarse a este gigante sin escrúpulos. «En los contratos de maternidad subrogada lo único que cuenta es el dinero del cliente. No hay forma ética de contratar un útero. Por mucho que lo tilden de altruista, no es posible evitar la mercantilización».

El negocio creado en torno a la  desesperación de unos y de otros trabaja en una geografía cambiante, atravesando, según le conviene, legislaciones y burocracias dispares. La única regla que respeta este mercado es la de obtener el máximo beneficio. La mayor parte de las mujeres que donan su cuerpo para este tipo de programas van a ciegas y están completamente desamparadas: «Muchas viven situaciones de violencia obstétrica o tienen que pasar por tratamientos hormonales. Algunas incluso pierden su útero en el proceso, pero el contrato blinda su silencio».

Amparo legal

Son pocos los países del mundo que han regulado de forma explícita la gestación subrogada, lo que en la práctica se traduce en un gran amparo legal. En Noruega, la ley prohíbe las técnicas de reproducción asistida que incluyen la donación de embriones y no reconoce los acuerdos por los que una mujer da a luz a un bebé para otra persona. Francia, Alemania, Croacia o Egipto son otros ejemplos de países que la han prohibido explícitamente. Sin embargo, que un país no permita en su territorio los vientres de alquiler no quiere decir que sus ciudadanos no puedan acceder a este tipo de servicios. En España, sin ir más lejos, el Estado acaba registrando a los niños que nacen mediante esta técnica, pese a estar prohibida.

«He recibido varias denuncias sobre el abuso y la explotación de mujeres mediante gestación subrogada».
Reem Alsalem
Violencia contra las mujeres, ONU

Italia es pionera en catalogar esta práctica como un delito universal. El proyecto de ley, que sanciona con cárcel y con multas elevadas a quienes recurran a ella, aunque sea en el extranjero, espera ser aprobado en el Senado antes de diciembre. Por ello no, es casual que la Declaración de Casablanca haya elegido Roma para reunir a expertos —como Reem Alsalem, relatora de la ONU que trabaja para erradicar la violencia contra mujeres y niñas; la miembro del Comité de los Derechos del Niño de la ONU Velina Todorova o la activista sueca Kajsa Ekis Ekman— para promover la abolición universal de la maternidad subrogada. «Queremos dar a conocer el modelo italiano en todo el mundo. Con esta técnica de fabricación de hijos para otros estamos ante una nueva forma de trata de seres humanos, aunque algunos cínicos quieran revestirla de bellos sentimientos», asegura Aude Mirkovic, de la dirección jurídica de este organismo. Oponerse a esta práctica no es una «cuestión ideológica». «Va más allá de ser de derechas o de izquierdas, porque lo que está en juego es la visión antropológica que tenemos del ser humano», concluye.

Y los obispos

«Nos congratulamos con el fuerte llamamiento que ha hecho el Santo Padre pidiendo a la comunidad internacional que se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada y nos unimos a esta petición». Esta es una de las demandas que plantean los obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida de la Conferencia Episcopal Española en su mensaje con motivo de la Jornada por la Vida que la Iglesia celebró el pasado 8 de abril.

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