Cáritas pone el foco en «la España expulsada»
Con motivo de la presentación de su Memoria 2018, Cáritas pone el foco en el 1,8 millones de personas, 200.000 más que antes de la crisis, con las que se ceban la desigualdad y la precaridad. Personas invisibles para los partidos políticos y desconectadas de la sociedad
Las cifras de la Memoria 2018 que Cáritas presentó la semana pasada –atendió a 2,7 millones de personas dentro y fuera de España, a las que dedicó 353 millones de euros– muestran una realidad preocupante: todavía hay personas que sufren las consecuencias de la crisis pasada y que nuestros políticos, y una gran parte de la sociedad, dan por superada. Mientras tanto, las previsiones de crecimiento de nuestro país se siguen revisando a la baja y aparece en el horizonte la posibilidad de una nueva recesión.
No hay duda, así lo constata la memoria, del trabajo que Cáritas realiza cada año para paliar las necesidades de tantas personas. Pocas organizaciones pueden presumir de la capilaridad de esta institución eclesial. También de sus certeros análisis de la situación social y de su capacidad para poner nombre a realidades muy concretas. En esta ocasión, se puso el énfasis en la emergencia social que vive «la sociedad expulsada». O lo que es lo mismo, 1,8 millones de personas, 200.000 más que antes de la crisis, con las que se han cebado la desigualdad y la precariedad: vivienda insegura e inadecuada, desempleo persistente, precariedad laboral extrema, falta de políticas públicas eficaces y la invisibilidad para los partidos políticos. «Estas familias viven en la supervivencia pura y dura», explica Natalia Peiro, secretaria general de Cáritas.
Otra realidad es la de la «sociedad insegura», seis millones de personas que viven «en el filo de la navaja» por el modelo de empleo y vivienda de nuestro país. «Ingresos insuficientes del empleo y coste elevado de la vivienda impiden a las personas de la exclusión más severa salir del pozo», añadió Peiro.
Así, el retrato robot del atendido es una mujer, española, de entre 30 y 50 años, y con hijos a cargo. Personas que llevan en torno a cuatro años siendo acompañadas en los distintos recursos de Cáritas y que alternan periodos de trabajo con búsqueda activa de empleo. En concreto, Cáritas recalca la vulnerabilidad de las mujeres, que se observa en los lugares de acogida de la entidad eclesial: «Son quienes sufren mayores problemas para acceder a un empleo y tienen que trabajar más para ingresar lo mismo, sintiendo la sobrecarga de los cuidados de pequeños y mayores, teniendo más dificultades para acceder y mantener una vivienda».
Estereotipos
Los datos de la memoria también sirven para desmontar los estereotipos, bulos o noticias falsas sobre inmigrantes que afirman, por ejemplo, que se quedan con todas las ayudas sociales. «Tenemos que desmentir el estereotipo tan repetido de que las personas extranjeras copan los recursos de Cáritas y otras entidades. Nuestros datos confirman que la mayoría de las personas acompañadas por Cáritas son españolas o de la UE (60 %)», explicó en rueda de prensa Natalia Peiro, secretaria general de la entidad eclesial.
Con todo, Peiro dijo que Cáritas, como expresión de la Iglesia samaritana, no hace acepción de personas a la hora de prestar ayuda a quien lo solicita». Pero también apunta que hay que ser conscientes de que las personas inmigrantes extracomunitarias «duplican el riesgo de pobreza y exclusión social de las personas autóctonas, como resultado de un marco legal que dificulta su acceso y permanencia al derecho al trabajo, lo que dificulta la disponibilidad de unos ingresos económicos suficientes para afrontar gastos básicos como la vivienda, la alimentación o el vestido».
Por ello, mostró la preocupación de Cáritas por las «actitudes particularistas, por las que cada uno solo piensa en el bien de su territorio, de su grupo, de su etnia y de sí mismo, sin importarle el cómo vive o sufre su vecino. Un caldo de cultivo para la aparición de la xenofobia».
Como buenas noticias, cabe destacar la tendencia al alza del número de voluntarios que alcanza la cifra de 84.551, la más alta de los últimos cinco años, y el aumento de las aportaciones privadas, que ya suponen el 73,1 % de la inversión total de Cáritas Española.
Una de las grandes preocupaciones de Cáritas son las personas mayores. Hoy, este colectivo es especialmente vulnerable, sobre todo, por los efectos de la soledad y el abandono. En Cáritas Segovia vienen tratando este problema desde finales de los años 90 con distintas actividades que fomentan la creacción de comunidades entre los propios mayores. También cuentan con tres residencias. Recientemente han puesto en marcha un proyecto para que estas personas que están en los diferentes recursos puedan retomar el contacto con su orígenes y volver de visita a sus pueblos. Desde la puesta en marcha del programa ya se han realizado cuatro salidas a diferentes puntos de la provincia. Según explica Begoña Tardón, responsable del Programa de Mayores de Cáritas Segovia, este proyecto permite mejorar la autoestima de los mayores y, además, dinamizar el mundo rural a partir del desarrollo de actividades intergeneracionales y de recuperación del patrimonio inmaterial.
Las veladoras es la traducción castellana de la casa de acogida de Cáritas Solsona, un proyecto situado en un antiguo convento de las Hermanas Carmelitas Misioneras en Berga (Barcelona) para acoger y ayudar a mujeres y a sus hijos que se encuentran en una situación de exclusión o desamparo. Les ofrecen un espacio de acogida personal y grupal, una vida en común, acompañamiento presonalizado y un empoderamiento e integración para poder hacer una vida lo más autónomasposible. El perfil de usuarias son mujeres de otros países en situación irregular y víctimas de violencia de género.
La realidad de los jóvenes migrantes que se quedan en la calle al cumplir la mayoría de edad es cada vez más habitual. Son chicos que pasan de estar protegidos por la Administración a verse en en la calle y en la exclusión. Por ello, Cáritas Huelva ha decidido poner en marcha un proyecto para acoger a jóvenes en esta situación y darles una oportunidad. Por el momento, se ha acogido a cuatro jóvenes –de Marruecos, Senegal, Guinea Conakry y Guinea Bissau– en un recurso habitacional de la propia Cáritas, donde, además de alojamiento, se les ofrece apoyo y orientación en el proceso de transición a la vida adulta.