África, en el horizonte de Francisco
El Papa inició este miércoles una de las travesías internacionales más largas y agotadoras de su pontificado. Tres países en siete días: Mozambique, Madagascar e Islas Mauricio. Un recorrido que confirma su predilección por las periferias del mundo
África no deja huella en las grandes cumbres políticas. Es casi invisible para la agenda de los países ricos. Lo que allí sucede no suele copar las portadas de los periódicos y su cultura tampoco forma parte del imaginario occidental. El continente está condenado al olvido. Pero no para el Papa, quien este miércoles emprendió una de las travesías internacionales más largas y agotadoras de su pontificado. Tres países en siete días: Mozambique, Madagascar e Islas Mauricio. Un recorrido que, además de confirmar su predilección por las periferias, evidencia su especial cariño por la única zona del mundo en la que el hambre sigue aumentando. Inaugurar el Jubileo de la Misericordia en Bangui, capital del tercer país más pobre del planeta, fue la primera prueba de ello.
«África es una víctima. África siempre ha sido explotada por otras potencias», denunció sin tapujos al regresar de su primer viaje a la región en noviembre de 2015. «Los que dicen que de África vienen todas las calamidades y todas las guerras, tal vez no entienden bien el daño que hacen a la humanidad ciertas formas de desarrollo. Por eso amo a África, porque África ha sido una víctima de otras potencias», señaló en el avión que lo trajo de vuelta al Vaticano tras recorrer Kenia, Uganda y la República Centroafricana.
Este miércoles Francisco aterrizó en el aeropuerto internacional de Maputo (Mozambique) arropado por el calor de su gente. Es la cuarta vez que pisa África, donde muchos esperan con alegría su mensaje de esperanza, paz y reconciliación. La capital de la antigua colonia portuguesa vive en un estado de euforia colectiva, impulsada por el hallazgo de enormes yacimientos de gas y crudo en varias zonas del país. Pero el terrorismo, las sequías, la inestabilidad política y las catástrofes naturales siguen impidiendo su despegue definitivo. Mozambique es, además, uno de los países africanos donde el sida ha hecho más estragos. Francisco lo sabe y por eso este viernes visitará un centro en la periferia de Maputo en el que la Comunidad de Sant’Egidio, a través de su exitoso programa DREAM, asiste a más de 3.800 enfermos de sida.
«Cuando llegamos a Mozambique en el 2002 parecía que la única solución al sida para los afectados era aceptar la muerte. Había muy pocos centros que ofrecían el tratamiento. Hoy en día se puede acceder a las curas en la mayor parte del continente. La clave para ganar la batalla al virus en África es que todos los servicios (incluido el tratamiento médico) que ofrecemos son completamente gratuitos» señala, en declaraciones a Alfa y Omega, el doctor Giovanni Guidotti, secretario general de este programa que hoy está presente en once países africanos (Malawi, Tanzania, Kenia, Guinea, República Centroafricana, Nigeria, Angola, Suazilandia, República Democrática del Congo y Camerún), con un total de 48 hospitales.
Éxito con las embarazadas
No solo fueron pioneros en la introducción de retrovirales gratuitos en el continente africano. El equipo médico de DREAM también marcó un antes y un después en el protocolo para el tratamiento del VIH con un nuevo método para mantener a raya el contagio en las embarazadas. «En Occidente el protocolo preveía que las mujeres embarazadas no diesen el pecho a sus hijos porque a través de la leche hay riesgo de contagio. Esto en África era imposible. No podíamos gestionar los costes de la leche en polvo o el acceso al agua potable. Así que realizamos un estudio clínico y comprobamos que, en el 99 % de los casos, cuando la madre se encuentra bajo tratamiento y toma una serie de precauciones básicas, la trasmisión del virus se puede evitar. Esto fue un gran logro que la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó en las líneas guía internacionales de actuación contra el sida», explica Guidotti.
«En África, estos niños morían porque nacían enfermos. Estaban enfermos y morían con 1 o 2 años. Así que empezamos a aplicar este enfoque global, como se hace en Occidente, para asegurar que los niños nazcan sanos», añade.
Según sus propios cálculos, el programa DREAM ha tratado a más de 500.000 pacientes hasta ahora, y ha conseguido que más de 150.000 bebés nacieran sanos de madres VIH positivas. Además de proporcionar medicinas contra el sida y asistencia a enfermos, ofrecen cursos de formación a personal sanitario local y dan asistencia nutricional. Y gracias al acceso al tratamiento gratuito, muchas personas han logrado reintegrarse en la sociedad. En la mayor parte de los países donde trabajan, la epidemia se ha estabilizado y hasta ha habido una remisión del número de casos nuevos.
Con la Iglesia malgache
Después de Mozambique, el Papa viajará a Madagascar. Francisco seguirá las huellas que dejó san Juan Pablo II en la isla en 1989. Para muchos el mensaje del Papa polaco sigue presente. «Yo era muy pequeño. Pero recuerdo su frase: “No tengáis miedo”. Esto ha quedado grabado a fuego en la memoria colectiva del país. Sus palabras fueron un impulso de coraje para denunciar los abusos del Estado y fueron el preludio a la anticipación de las elecciones presidenciales. Con san Juan Pablo II, caminamos hacia la paz», sostiene Euphrem Audrey Hasimana, sacerdote de la diócesis de Morondava (Madagascar) en conversación con Alfa y Omega. Precisamente el yugo del régimen que imponía el presidente Didier Ratsiraka cayó dos años después de ese viaje pontificio.
La historia reciente de la política de Madagascar está repleta de maltratos sociales por parte de sus políticos y de expolios de sus recursos naturales que han bloqueado el desarrollo económico y social del país. Se calcula que alrededor de la mitad de la población (doce millones de personas) sufren desnutrición. El cambio climático ha golpeado fuerte la isla bañada por el océano Índico. En un informe presentado en junio, la ONU dio la voz de alarma y denunció que en los últimos 20 años el país ha sufrido el paso de 35 ciclones, 13 inundaciones, cinco de ellas severas, y un preocupante aumento de la seguía.
Como recuerda el sacerdote malgache, «a la inseguridad alimentaria, y los problemas derivados de la falta de cuidado del medio ambiente, se unen los problemas de la administración. Los líderes políticos solo buscan su beneficio propio y hay mucha corrupción, como en toda África».
Con una tasa de pobreza extremadamente elevada, en la que cerca de tres cuartos de la población vive con menos de 1,9 dólares al día, Francisco quiere poner en el centro de su agenda a los más vulnerables. Por eso, una de las citas más importantes de su viaje es la que realizará al centro Akamasoa, creado en 1989 por el sacerdote misionero argentino Pedro Pablo Opeka. Se trata de una ciudad para gente sin recursos del basural que comenzó con una casa de acogida para poco más de 20 niños y en la que hoy viven cerca de 17.000 personas.
«Akamasoa significa amigo bueno. Esta es una historia de solidaridad. El padre Opeka puso en marcha un proyecto bellísimo basado en el trabajo, el colegio y las normas de convivencia con el que pretendía sacar a los pobres de Antananarivo del vertedero de Andralanitra en el que vivían. Para ello ideó una nueva ciudad y dio a estas personas la posibilidad de rescatar su dignidad y autonomía con su trabajo», explica Audrey Hasimana.
La beata defensora de la fe
Los católicos de Madagascar no llegan a 4,3 millones de una población total de 23.812.681, pero su fe es incorruptible gracias, sobre todo, a la fuerza de una mujer. Se trata de la beata Victoria Rasoamanarivo, a cuyos restos rendirá honores el Papa durante la visita al país. Nació en 1848 en Tananarive (Madagascar) en el seno de una familia aristocrática que no era católica. De hecho, sus padres intentaron frustrar su Bautismo en la adolescencia. No lo consiguieron, pero para evitar que ingresara en un convento, fue entregada en contra de su voluntad como esposa al hijo del primer ministro y alto oficial del Ejército. Su matrimonio fue un martirio. Sin embargo, siempre permaneció fiel a él. En el año 1883, estalló una guerra entre los malgaches y los franceses, que se saldó con la expulsión de todos los misioneros católicos. En este contexto, la beata se erigió como principal defensora de la Iglesia católica en la isla. Falleció el 21 de agosto de 1894 y fue beatificada por san Juan Pablo II durante su viaje a Madagascar hace 30 años.
Francisco cerrará su visita al continente africano en Port Louis (Mauricio). A diferencia de Mozambique y Madagascar, Mauricio, que tiene el tamaño de la isla de Tenerife y cuenta con el 26,3 % de su población católica, goza de una economía en expansión basada, sobre todo, en el turismo. Se trata de una isla tropical situada, al sur del océano Índico, que muchas parejas de novios eligen como destino en su luna de miel por sus playas exóticas de arenas blancas y aguas turquesas transparentes. Como hiciese su predecesor, está previsto que Francisco celebre una Misa multitudinaria en el Monumento de María, Reina de la Paz a la que se espera que acudan unas 300.000 personas. El día culminará con la visita a un pequeño santuario, la cave du Père Laval, en la localidad de Ste-Croix, donde está enterrado el beato Jacques Désiré Laval, un misionero francés que dedicó su vida a la atención de enfermos de cólera.
El Papa dedicará el martes 10 de septiembre al viaje de regreso. Está previsto que aterrice en el aeropuerto de Ciampino a las siete de la tarde.