Adrien Candiard: «La religión no debería constar en el carnet»

Adrien Candiard: «La religión no debería constar en el carnet»

Cuando en Oriente Medio «un Gobierno fuerte se presenta como protector de los cristianos» los pone en el punto de mira, alerta Adrien Candiard, experto en el islam. Publica su primer libro en España

María Martínez López
Candiard visitó Madrid en marzo para presentar su libro. Foto: María Martínez López.

Últimamente se han producido varias noticias interesantes sobre la libertad religiosa de los cristianos en Egipto, como la inclusión en el nuevo programa de desarrollo intensivo de que cada nuevo distrito que se construye cuente con una iglesia. ¿Es realista?
La posibilidad de construir nuevas iglesias legalmente es algo nuevo e importante, porque antes era posible pero su situación legal era muy frágil. Hay regiones donde es más que realista, porque hay más cristianos. La idea está pensada sobre todo para los barrios de nueva construcción en El Cairo. Y allí hay cristianos. En otras no, y no llegará a realizarse.

Está claro que el presidente, Al Sisi, quiere dar a los cristianos elementos positivos de apoyo concreto. El Gobierno quiere hacer realidad un viejo eslogan de la primera revolución egipcia (1919), que decía que «musulmanes y cristianos somos dedos de la misma mano», y presentarse como el Gobierno de cristianos y musulmanes.

Además, por primera vez se ha nombrado un presidente cristiano para la Corte Constitucional.
Los coptos en Egipto son más o menos el 10 % de la población, una minoría importante. Entre ellos hay una clase educada, pero hasta ahora existía un techo de cristal para ellos en el ámbito de la política, el Ejército y los asuntos públicos. Por eso los cristianos se dedican a los negocios, como los judíos en Europa en el siglo XIX. De hecho, el hombre más rico de Egipto es cristiano. Este nombramiento es una buena señal para todos de que existe esta posibilidad de progresar… para uno. Puede ser solo una señal de comunicación pública por parte del presidente, o el inicio de un cambio. Y, por supuesto, la situación será realmente satisfactoria el día en que la religión de un alto funcionario no sea relevante, y un cristiano pueda ser nombrado para ese puesto sin que nadie le pregunte siquiera si es cristiano.

¿Son bien acogidas socialmente estas noticias?
El debate público es limitado, y la oposición a las decisiones presidenciales se expresa en Egipto solo con cautela. Pero es cierto que las señales de benevolencia hacia los cristianos pueden crear irritación en ciertos sectores de la sociedad. Esta es la ambigüedad de esta estrategia, frecuente en Oriente Medio, donde un Gobierno fuerte se presenta como protector de los cristianos. Los convierte en el blanco de todas las iras contra el gobierno, porque aparecen como privilegiados. Es una situación un tanto perversa, que no siempre hace bien a los cristianos.

Si se acaba con la discriminación aumenta el peligro. ¿No hay salida entonces?
Con una sociedad de ciudadanía. En primer lugar, acabando con que la religión de uno conste en su carnet de identidad. El derecho personal (matrimonio, divorcio, herencia), por ejemplo, depende de su afiliación religiosa. Esto hace que la gente piense primero en sí misma como miembro de una comunidad. Y es grande la tentación es grande de buscar el bien de la propia comunidad antes que el de todo el país, o de sospechar que el vecino piensa así. A largo plazo, lo que permitirá a los cristianos orientales permanecer en sus hogares no es una protección específica, sino la posibilidad de vivir en sociedades de ciudadanía, donde la religión de uno no cambia sus derechos.

Pero, ¿no se sabrá por el nombre quién es cristiano y quién musulmán?
No siempre. Hay nombres árabes con los que no se puede distinguir. Pero hoy en día muchos cristianos ponen a sus hijos nombres ingleses. Se separan de la sociedad porque no se sienten partícipes. Es un círculo vicioso.

Bio

Parisino nacido en 1982, Adrien Candiard estudió Historia y Ciencias Políticas antes de ingresar, en 2006, en la Orden de Predicadores. Llegó hace diez años a Egipto. El Instituto Dominicano de Estudios Orientales, al que pertenece, promueve la investigación científica del islam junto con los musulmanes y cuenta con la biblioteca más importante de Oriente Medio sobre el islam clásico.

En Egipto, la institución más importante es Al Azhar, que tanto protagonismo ha tenido en el diálogo con el cristianismo por la relación del gran imán Ahmed al Tayyeb con el Papa y su implicación en el Documento sobre la fraternidad humana. ¿Juegan algún papel en este proceso?
Al Azhar es más bien un conjunto de instituciones: el gran imán, la universidad con 53 facultades en todo el país, una red de escuelas de Primaria y Secundaria paralela y un poco mejor que la pública, la Casa de la Fatua, y un centro de estudios islámicos. Son bastante autónomas. El presidente Nasser las nacionalizó, por lo que para muchos musulmanes son una expresión del Estado egipcio. Dependen mucho del Gobierno, aunque no para todo. Por ejemplo, el presidente nombra al gran imán, pero no lo puede despedir. En las cuestiones internas de Egipto la relación entre ellos no siempre es muy sencilla, aunque en las relaciones exteriores están de acuerdo.

¿Cree que el diálogo de Ahmed Al Tayyeb con el cristianismo queda minado por esta realidad?
En Europa he escuchado a gente quitarle importancia, pero eso tampoco es verdad. Ahmed Al Tayyeb ha entregado el Documento sobre la fraternidad humana a todas las instituciones de Al Azhar, y aunque a veces tiene dificultades con ellas en esto lo han seguido. Por otro lado, en la Feria del Libro de El Cairo, en enero, Al Azhar tuvo un stand importante, y ahí había una mesa entera llena de libros con la imagen del imán y el Papa. No se puede decir que no sea importante.

Eso sí, en el diálogo interreligioso institucional siempre hay política, no podemos ser ingenuos. Es así desde el inicio del diálogo islamocristiano. No significa que no tengamos que seguir adelante, pero siendo conscientes de ello. Por esto, el Papa Francisco no habla solo con Ahmed Al Tayyeb. Hace un año fue a Irak y se reunió con Al Sistani. Ahmed Al Tayyeb es una personalidad del mundo musulmán, y en su institución estudian muchos estudiantes particularmente de Asía. Pero no es el Papa de los musulmanes, y Francisco quiere hablar con todos.

Usted es investigador del Instituto Dominico de Estudios Orientales. ¿Cómo contribuye esto al diálogo interreligioso menos político?
El objetivo del instituto es estudiar el islam con los musulmanes de forma académica y científica. Queremos ser interlocutores creíbles. Cuando Ahmed Al Tayyeb fue nombrado gran imán, un periodista le preguntó si era normal para un estudioso de ciencias islámicas haber estudiado en Occidente. Él contestó que «el sabe se toma de donde está. Id a los dominicos de la calle Al Tarabichi, que conocen el islam mejor que vosotros». ¡Eso fue un bonito cumplido!

Tenemos la biblioteca más importante de Oriente Medio sobre el islam clásico, y hace 20 años la abrimos a la gente para que pudiera venir a estudiar su propia religión. Esto ha generado respeto hacia nosotros. Siempre es mejor hablar con gente más educada, más inteligente y más conocedora de su propia tradición.

¿Cómo encaja esta labor con la vocación misionera de la Iglesia?
El magisterio siempre ha rechazado la distinción entre misión y diálogo. La evangelización no es cuestión de ir a vender a Jesucristo a la gente, no es marketing. Se trata de ayudar a la gente a encontrar y conocer a Jesucristo. Esto es difícil para los musulmanes porque tenemos una herencia de 14 siglos de polémica y de guerra. Tenemos que empezar a hablarnos y comprendernos. Para hacerles ver el rostro de Jesucristo, tenemos que desarmarnos. No te puedes encontrar con Él si es la bandera de los enemigos. Lo primero es escuchar a la gente, conocerla y leer sus fuentes. Si no, lo que buscamos es controlar. La evangelización no es eso, sino anunciar a la gente que es amada por Cristo. Y se empieza con el diálogo.

Una de sus especialidades es la relación entre razón y revelación en el islam. Desde la Iglesia se solía decir que el islam se basa solo en la revelación, sin reflexión racional. Fue el núcleo de la polémica de Ratisbona. ¿Cuál es la realidad?
La teología islámica clásica existe. En el islam clásico, el de los 1.000 primeros años, la teología de la razón es un tema muy importante; y tiene una tradición muy rica y honda, con muchas escuelas. Quizá la tragedia del islam de hoy es que muchos musulmanes no saben esto. Muchos que quieren reformar el islam hoy dicen que quieren alejarse de esta tradición, pero no saben que en ella hay mucho que pueden aprovechar. Otro de los problemas es la importancia que se da al derecho. Y el islam no es esto en absoluto. Es un período histórico, no siempre ha sido así. No hay una esencia del islam, es un fenómeno histórico con varios rostros; ha sido muchas cosas, y puede ser muchas otras. Y tiene en su tradición recursos para afrontar los temas de hoy. Necesitamos el islam medieval para ayudarnos a salir de este juridicismo absoluto.

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