«Adorar no es perder el tiempo, sino dar sentido al tiempo»
En el ángelus, Francisco ha invitado a ser como niños porque «nos haremos más sencillos y mejores, como los Reyes Magos»
Pese a la lluvia, los fieles y peregrinos han acudido numerosos a la plaza de San Pedro para acompañar al Papa en este ángelus de la Epifanía. Según la Gendarmería vaticana, eran unas 40.000 personas. Muchos de ellos iban ataviados con los trajes típicos de las figuras del belén, por supuesto, también de Reyes Magos.
En su catequesis previa al rezo de la oración mariana, el Santo Padre ha explicado que la Epifanía del Señor es la manifestación de Dios a todos los pueblos representados por los Magos. Al llegar a Belén estos sabios adoraron al Niño, reconocieron «la presencia de Dios no en un príncipe ni en un noble, sino en un niño de origen pobre». Francisco ha asegurado que, al contemplarlo, los Magos se convirtieron en hombres nuevos. «Es la experiencia decisiva para ellos y también importante para nosotros: en el Niño Jesús vemos a Dios hecho hombre», ha dicho el Papa. Ha animado a contemplar a Jesús en adoración que «no es perder el tiempo, sino dar sentido al tiempo porque es encontrar el rumbo de la vida en la sencillez de un silencio que alimenta el corazón». El Pontífice ha repetido esta frase varias veces para subrayar la idea. Por ello, Francisco ha invitado a detenerse ante el pesebre y ha lanzado algunas preguntas para la reflexión personal tales como si en estas fechas nos hemos tomado un momento para adorar y rezar a Jesús delante del belén.
El Papa también en esta catequesis se ha referido a los niños en general porque «ellos también nos hablan de Jesús con su confianza, su espontaneidad, su asombro, su sana curiosidad, su capacidad de llorar y reír y de soñar». «Dios es así: niño, confiado, sencillo, amante de la vida», ha destacado. Dios habla a través de los niños, ha afirmado Francisco: «Si nos ponemos delante del Niño Jesús y en compañía de los niños, aprenderemos a asombrarnos; nos haremos más sencillos y mejores, como los Reyes Magos; y sabremos tener miradas nuevas y creativas ante los problemas del mundo».
Y no ha querido despedirse sin reservar unas palabras también para los niños que más sufren, aquellos envueltos en escenarios de guerra. Ha pedido que aumente el amor hacia todos esos pequeños que padecen conflictos e injusticia.
Al concluir el rezo del ángelus, el Pontífice ha recordado que se cumplen 60 años de la histórica peregrinación de Pablo VI a Jerusalén para encontrarse con Atenágoras y así poner fin a siglos de división y ex comunión mutua. Francisco ha deseado que se avance en ese camino de unidad entre católicos y ortodoxos que se desbloqueó decisivamente con ese viaje de Pablo VI. Refiriéndose a Jerusalén, ha invocado de nuevo la paz para la Tierra Santa. Ha pedido oraciones por la paz en Palestina, Israel y Ucrania. También, como hiciera a través de un telegrama, ha expresado sus condolencias a las familias de las decenas de víctimas del atentado en Irán durante la ceremonia en recuerdo de Qassem Soleimani.