Abajamiento
Martes de la 12ª semana de tiempo ordinario / Mateo 7, 6. 12-14
Evangelio: Mateo 7, 6. 12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
Comentario
Jesús «siendo rico, por vosotros se hizo pobre a fin de que os enriquecierais con su pobreza» (2 Cor 8, 9). No retuvo para sí lo santo y divino; sino que «se despojó de sí mismo tomando condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre, se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2, 7-8).
¿Cómo nos dice entonces hoy lo contrario?«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros». ¿No somos nosotros esos perros que pasan por alto lo santo? ¿No somos nosotros esos cerdos que pisotean la divinidad con nuestras patas y nos revolvemos para crucificarlo?
Es como si hubiese olvidado toda su humillación y como si olvidase su fatal destino en la cruz. Es como si en su empobrecimiento nos tuviera ya por ricos. Como si en su humillación nos viera ya elevados en santidad y divinidad. Quizá no quería otra cosa con esta frase que hacernos caer en la cuenta de la altura infinita en la que nos ha puesto su abajamiento. Quizá esa sea la única manera de acercarse a los que no han sido elevados: no se les puede dar sencillamente lo santo y lo divino; no sin nuestro abajamiento: «todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos».