«A quienes juzgan a los migrantes les diría que lean y vivan el Evangelio», dice Rufino García, premio Alter Christus
El sacerdote de la archidiócesis de Madrid Rufino García recibe el galardón Alter Christus, de Regnum Christi, «por su incansable labor en la pastoral social con los migrantes»
Rufino García Antón, delegado de Movilidad Humana de Madrid, ha sido uno de los galardonados con el premio Alter Christus con los que Regnum Christi reconoce la aportación de los sacerdotes a la sociedad. Concretamente, García Antón lo ha obtenido «por su incansable labor en la pastoral social con los más desfavorecidos y los marginados, como los migrantes».
—¿Qué supone para usted recibir este premio, tanto a nivel personal como para toda el área de pastoral social en la que lleva años implicado?
—Lo vivo como un reconocimiento compartido. Siempre digo que este premio no es solo mío, también es de Alfa y Omega y de todas las personas que estamos implicadas en la tarea de acoger, proteger, promover e integrar a las personas migrantes. Estos galardones, más allá de la gratitud personal, son importantes porque visibilizan la causa de los migrantes y refugiados.
—En la Iglesia y en la sociedad, ¿ha crecido la sensibilidad hacia los migrantes, o aún quedan áreas dormidas?
—Hay sectores eclesiales y sociales donde sí se percibe una mayor sensibilidad y se reconoce la aportación de los migrantes como algo positivo y necesario, tanto para la sociedad como para la Iglesia. Sin embargo, también es verdad que están penetrando actitudes xenófobas y racistas. Por eso, diría que hay una de cal y otra de arena: todavía queda mucho camino para que la aportación de los migrantes sea reconocida no solo de hecho, sino también de derecho.

—Si pudiera fijar una prioridad, ¿qué sería lo más urgente a nivel social y eclesial?
—En el ámbito social, me parece fundamental que se apruebe la iniciativa legislativa popular respaldada por centenares de entidades sociales y eclesiales; y aún más, que se logre un pacto de Estado por las migraciones. Sería decisivo que todas las Administraciones y entidades trabajaran juntas para garantizar derechos y deberes reconocidos a las personas migrantes.
En el ámbito eclesial, el reto principal es que los migrantes sean acogidos e integrados en la pastoral como sujetos activos de evangelización. No se trata de hacer cosas para ellos, sino más bien con ellos.
—¿Qué diría a quienes ven a los migrantes como una amenaza o los juzgan por los problemas que dan unos pocos?
—Les diría que lean y vivan el Evangelio. Mateo 25 o la Carta a los Hebreos recuerdan la importancia de la hospitalidad, porque «algunos, sin saberlo, acogieron ángeles». Además, los invitaría a conocer de cerca a las personas migrantes, escuchar sus relatos y mirarlas a la cara. Se darían cuenta de que lo que buscan, como todos nosotros, es una vida más digna. Ese encuentro personal ayuda a cambiar la mirada.

—No es usted el primer sacerdote del clero madrileño reconocido en estos premios que otorga Regnum Christi.
—Creo que eso muestra la sensibilidad social de la diócesis. Reconoce también que la dimensión social de la fe no es un apéndice, sino un elemento constitutivo de la misma. En ese sentido, este premio también pertenece a toda la archidiócesis de Madrid.