¿A quién buscas? - Alfa y Omega

¿A quién buscas?

Martes de la Octava de Pascua / Juan 20, 11-18

Carlos Pérez Laporta
Jesús resucitado se encuentra con María Magdalena. ‘Noli me tangere’. Catedral de San Julián. Le Mans. Francia.

Evangelio: Juan 20, 11-18

En aquel tiempo, estaba María fuera, junto al sepulcro, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús.

Ellos le preguntan:

«Mujer, ¿por qué lloras?». Ella les contesta:

«Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Dicho esto, se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice:

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta:

«Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré». Jesús le dice:

«¡María!».

Ella se vuelve y le dice:

«¡Rabboni!», que significa: «¡Maestro!». Jesús le dice:

«No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis hermanos y diles: “Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro”». María Magdalena fue y anunció a los discípulos:

«He visto al Señor y ha dicho esto».

Comentario

«Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?». María llora porque el dolor por la muerte de Jesús podía mitigarse en el cuidado de su sepultura. Pero ahora ya no tiene contacto alguno con Jesús. Sin cuerpo sepultado la muerte se convierte en un dolor total, en pura ausencia de Jesús. Ya no hay ningún tipo de contacto con Él.

Por eso el ángel, primero, y Jesús, después, preguntan: «Mujer, ¿por qué lloras?». Pero al preguntar comienzan a abrir su corazón y su mente a la nueva realidad de la resurrección. La relación con Jesús no se da dando culto a la muerte. La relación con Jesús tiene que ser viva. Jesús no es ni puede ser una persona del pasado, porque la muerte no le ha dejado atrás. Así, María no puede encontrar a Jesús por mucho que le busque, porque le busca entre los muertos: «Se vuelve y ve a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús». Por eso Jesús añade la segunda pregunta: «¿A quién buscas?». Con esa pregunta trata de abrir la conciencia de María. Quiere que María sepa bien a quien busca. Si sabes quién es Jesús, no puedes buscarle entre los muertos. Solo puede encontrarlo quien lo conoce, el que sabe quién es, el que sabe que Jesús es el Hijo de Dios, que es Dios también. La fe en Jesús debe atravesar la búsqueda de María: Jesús ha muerto, pero Jesús es el Hijo de Dios, y eso lo cambia todo.

Por ese motivo, Jesús da un paso más, y la llama por su nombre: «¡María!». Nadie había pronunciado su nombre como Jesús. Ella tenía fe en Jesús porque ella solo podía entender su vida gracias a Él. Ella solo se comprendía a sí misma a través de la mirada de Jesús. Por eso, al oír su nombre de boca de Jesús, recupera la fe viva en Él: «¡Rabbuní!». Solo le encuentra cuando le busca como al maestro, cuando en su muerte sigue buscando al maestro vivo.