A pesar de que hay menos jóvenes, no hay trabajo para ellos
«La demografía condiciona de manera decisiva el mercado laboral, y a su vez está muy condicionada por este», afirma el último informe del Observatorio Demográfico del CEU. «Es evidente que un país con una demografía sana tiene las universidades llenas y hay más promoción laboral y social. En cambio, nuestra demografía conlleva riesgos para la economía», señala Joaquín Leguina, director del observatorio. De hecho, el informe señala que «ha crecido notablemente el envejecimiento de la fuerza laboral española», no solo por la caída de los nacimientos, sino también por el «retraso en la edad de incorporación al mercado de trabajo». En este sentido, el observatorio constata que, a finales de 2020, la tasa de paro entre los jóvenes menores de 25 años era del 40,4 %, la más alta de la zona euro. Y cuando hay trabajo, la tasa de temporalidad es altísima.
Aun así, el informe destaca datos positivos, como el elevado nivel de instrucción de la fuerza laboral y el gran incremento de participación femenina en el empleo que ha experimentado nuestro país en las últimas décadas.
Asimismo, el observatorio se centra en el creciente fenómeno de la población laboral extranjera, y señala que los inmigrantes extranjeros en España ocupan puestos de trabajo menos cualificados y tienen una tasa de paro más elevada. Esto supone «un exceso estructural de oferta de mano de obra que incide en la precarización del empleo y en mayores costes para el Estado y el contribuyente».
Por todo ello, el informe concluye que «justo antes de la pandemia, España seguía teniendo, tras cinco años de fuerte crecimiento económico, tasas de paro de nacionales y extranjeros muy superiores a las del resto de Europa. ¿Cuántas cosas se están haciendo mal para que esto siga siendo así?».