Santiago se va llenando de peregrinos
José Fernández Lago, deán de la catedral, destaca el «trasiego de gente» en la Oficina del Peregrino, aunque aún echa de menos las vigilias de los sábados y la celebración sacramental de la penitencia
¿Cuándo terminó el seminario pidió seguir estudiando porque no se sentía preparado?
Ciertamente, y eso a pesar de que tenía 9,8 de media en el último curso. Pero yo me sentía necesitado de recoger algo del Señor que transmitir a la gente con la que fuera a desenvolverme a diario. Antes estudiábamos mucho la Teología y la Filosofía escolástica, y era un poco frío. Tenía el deseo de estudiar las Sagradas Escrituras porque ahí encontraba jugo. Eso era lo que quería transmitir a la gente.
Las pudo estudiar en Jerusalén.
Sí. Bueno, la licenciatura en Sagrada Escritura la hice en el Pontificio Instituto Bíblico, de Roma, que era el único que entonces podía dar los títulos. Pero después Maximino Rodríguez de Lerma, fundador de la Casa de Santiago –como se conoce al Instituto Español Bíblico Arqueológico situado en Jerusalén–, y me ofreció ir allí a estudiar un año. Di gracias a Dios por la oportunidad y me fui allí a seguir formándome.
Me imagino que le habrán entristecido los últimos enfrentamientos sucedidos en Jerusalén. ¿Cómo ve la situación?
Independientemente de políticas, creo que no se ha solucionado la situación de los palestinos y que Israel está haciendo que lleguen allí los colonos que estaba por Europa. Poco a poco, van echando a los palestino. Por ejemplo, la Casa de Santiago, cuando yo estuve allí, estaba rodeada de palestinos y ahora se están metiendo los colonos judíos.
¿A qué se dedica un deán de Santiago?
Lo resumiría en dos palabras: acoger y responder. Ayer me llamaron los de Manos Unidas para organizar un acto, pues acoger a los de Manos Unidas. Otras veces son cosas más oficiales. «Que va a venir el presidente del Tribunal Constitucional, que si le puede enseñar la catedral». Pues a enseñar la catedral y el pórtico de la Gloria. Y también responder. Desde que estoy de Deán, he respondido a bastantes solicitudes de entrevista y he escrito varios artículos que me han pedido sobre la peregrinación el Jubileo.
Aunque, sobre todo, lo que soy es lectoral de la catedral. El lectoral era el que daba lecciones de Sagrada Escritura, transmitía la palabra de Dios de manera asequible. Tengo clarísimo que lo que tengo que hacer es desgranar bien los textos, enmarcarlos, estructurar y no utilizar ninguna palabra que no se entienda al explicarlos. Es decir, adaptar el mensaje al lenguaje que hoy se utiliza.
Llegó en un momento complicado, sin peregrinos y con la catedral medio cerrada por las obras. ¿Cómo lo ha vivido?
He tratado de ser realista y pisar tierra. ¿Viene menos gente? Pues a la gente que viene voy a tratar de relacionarme con ella de un modo más cercano. Y aunque no venga gente, no se imagina la cantidad de correos electrónicos que la gente me manda y yo debo responder. Yo pensaba, menos mal que tengo cierta soltura para responder, que me viene de escribir y enviar esos artículos para el correo gallego. Piden muchísimas cosas. Me da la impresión de que todo el que viene, escribe antes.
¿Cómo va el tema de los peregrinos?
Ha aumentado muchísimo en las últimas semanas. En abril había unas 40 personas en Misa, en mayo pasamos a 150 personas, y así sucesivamente. Ya se nota mucho trasiego de gente en la Oficina del Peregrino.
¿Cuál es el plan para el verano?
La esperanza es que el verano sea bastante normal, pero nosotros no somos profetas y en este tiempo hemos aprendido a vivir un poco al día y que no se pueden hacer muchos planes. Iremos viendo.
Lo que sí es cierto es que en algún momento me gustaría recuperar para este Año Santo un par de cosas que hacíamos a diario en el anterior, una celebración sacramental de la penitencia y una vigilia con los peregrinos los sábado. Se producían testimonios bellísimos, pero estamos a merced de lo que marquen las autoridades sanitarias.
¿Y para Año Jacobeo de 2022?
Espero que ese año que no estemos invadidos por otra enfermedad y que podamos hacerlo como se hizo el de 2010. Y que se recupere la afluencia normalizada de peregrinos. Fíjese, llevo 42 años de canónigo lectoral. Cuando entré, a lo largo del año llegaban tan solo unas 60 personas que habían hecho la peregrinación y que pedían «a ver si me podían dar la compostela». Si no estaba el canónico de turno, se le decía «vuelva usted mañana». De eso, hemos pasado a lo que sucedió en el año 2019, que en vez de 60 llegaron 347.578 personas.
¿Cuáles son tus prioridades como deán?
Como deán, yo sé que tengo que procurar dos cosas, una como deán y otra como deán específicamente de Santiago. Como deán, debo tratar de que a pesar de que seamos distintos, y pensemos un poco distinto unos de otros, que haya equilibrio, armonía y buena relación entre todos los miembros del cabildo. Y como deán de Santiago, la clave es la acogida y tratar de hacer lo que a uno le piden, aunque a veces uno tiene que ser prudente.