En no pocas ocasiones me he preguntado qué sería de España sin el trabajo silente de miles de sacerdotes que no son protagonistas habituales de los medios. Sacerdotes generosos, entregados, fieles y coherentes. Sacerdotes de cuerpo entero, como Alfonso Muñoz Bernal, fallecido el pasado 8 de enero en Madrid. Como recordaba su sobrino, el también sacerdote Alfonso Simón –alma máter del Alfa y Omega histórico–, en el funeral de su tío que presidió el cardenal Rouco Varela, don Alfonso Muñoz Bernal, nacido en Madrid el 24 de abril de 1924, fue un sacerdote entregado a sus feligreses, en particular a los pobres y necesitados, apasionado promotor de la devoción a la eucaristía y de las vocaciones sacerdotales.
Lo que no muchos de sus feligreses sabían es que además, Alfonso Muñoz Bernal era hijo de un mártir de la persecución religiosa. Cuando se cumplían exactamente 25 años del matrimonio de sus padres, el día de sus Bodas de Plata, el padre de Alfonso, Alfonso Muñoz Tejada, fue detenido por ser cristiano. Nada se supo de él hasta que, en el estudio histórico de las causas de los mártires de los año 30 del siglo XX en España, se ha sabido que fue llevado, junto con otras víctimas, al zoológico del Retiro madrileño y echado a las fieras para morir entre sus dientes. Su hijo menor, Alfonso, tenía entonces 12 años.
Hasta el último día en esta tierra, Alfonso Muñoz quiso celebrar la Eucaristía. Su espiritualidad sacerdotal estaba íntimamente unida al sacrifico de la cruz, banquete de amor. Con frecuencia recordaba que durante los años de la persecución religiosa en la Guerra Civil, tan duros y difíciles en la ciudad de Madrid, al adolescente que luego sería sacerdote se le asignó ser ministro extraordinario para la distribución de la Sagrada Comunión en su casa, donde pudieron tener recogido a algún sacerdote y en la que pudieron refugiarse, en distintos momentos, hasta 17 religiosas, la mayoría de ellas Hijas de la Caridad.
Una vez ordenado sacerdote, Alfonso Muñoz Bernal fue destinado a Pedrezuela. Luego pasó a ser párroco de Bustarviejo, y allí, en apenas cinco años, nacieron hasta 13 vocaciones religiosas femeninas y varios sacerdotes. Los ocho años siguientes ejerció su ministerio en Cercedilla. Y desde ese pueblo a Madrid, donde una vez que fue trasladado de la parroquia de Los Dolores a la del Santísimo Cristo de la Victoria, el arzobispo de entonces, monseñor Casimiro Morcillo, le encomendó la formación pastoral de los seminaristas mayores, que llevó a cabo del año 1969 al año 1972. Una generación de la que también son deudores los hoy obispos Javier Martínez, Braulio Rodríguez, César Franco y Rafael Zornoza, que también pudieran decir que acaba de fallecer uno de sus maestros sacerdotales y espirituales.
Alfonso Muñoz Bernal nació el 24 de abril de 1924 en Madrid, donde ha muerto el 8 de enero de 2017, festividad del Bautismo del Señor. Fue ordenado sacerdote el 3 de junio de 1950. Ejerció su ministerio en varias parroquias de la Comunidad de Madrid y como formador pastoral de seminaristas mayores.