Gentes: María Calvo, autora de Padres destronados (en Nuestro Tiempo)
Actualmente, está muy extendida entre padres y profesores una errónea concepción del amor que les hace temer que el ejercicio de las funciones educativas más difíciles pueda significar el desamor de hijos y alumnos. Pero amor no significa permisivismo o ñoñería. Antes al contrario, hay que amar mucho a un hijo o un alumno para asumir la responsabilidad de frustrarlo, de limitarlo, de orientarlo aun a costa de confrontaciones, de caer mal o de ser, en ocasiones, odiado.
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