Huele mal. Es pronunciar la palabra referéndum y venir una bocanada de tufo pestilente que anuncia que nada bueno puede salir de la consulta. Es un fenómeno que está pasando en Europa. Pero el hedor viene de lejos, tiene precedentes como para que Matteo Renzi se viera sorprendido por ello. El ejemplo más cercano lo tuvo en el Reino Unido, cuando David Cameron prometió para ganar las elecciones que consultaría a los británicos si querían abandonar la Unión Europea. Una promesa anclada en un objetivo personal que se demostró irresponsable. Él venció en los comicios, pero pronto tuvo que irse de Downing Street porque en su referéndum ganó el Adiós Europa, encumbrando de paso a los nacionalistas y populistas ingleses.
Renzi buscaba cambiar la política italiana, esa que ha sido ejemplo negativo para el resto del mundo por los escándalos continuos y por los problemas de gobernabilidad. Proponía para ello rebajar el poder del Senado. Pero no supo valorar su movimiento y ofreció al líder populista Beppe Grillo la oportunidad de crispar la campaña y de conseguir que la mayoría de los italianos vieran en el movimiento de Renzi una estrategia para acumular poder. La humillante derrota le ha costado la dimisión y ha dado vida al líder del Movimiento 5 Estrellas, maestro en sembrar odio mediante mentiras e insultos. Lo peor, el escenario político en el que queda en país transalpino y la incertidumbre financiera que puede repercutir en toda la Unión.
Ya lo saben. En estos tiempos, cada vez que se pone una urna el populismo crece, da igual su color. Grecia, Reino Unido, Estados Unidos, Italia… En Austria, a punto han estado de hacerse con la presidencia, y en primavera veremos si Le Pen conquista el Elíseo. Aquí, en España, Podemos ha quedado en un plano secundario gracias a la política de pactos que mantiene el Gobierno con Ciudadanos y PSOE. Pero convendría aprender la lección. Ahora que se negocia una reforma constitucional y que los nacionalismos insisten en referéndums, señores políticos, huelan, piensen en los efectos secundarios no pretendidos de posibles consultas ciudadanas.