El profesor Teófilo González Vila, filósofo y destacado especialista en materias educativas –tal y como han podido comprobar los lectores de Alfa y Omega a lo largo de estos años–, nos lega ahora una especie de testamento intelectual. Desde un compromiso ineludible con la vida pública, que nace del carisma de su pertenencia a la Asociación Católica de Propagandistas, y una dilatada experiencia en el ámbito de la gestión de las políticas educativas a lo largo de estos años de democracia en España, ha logrado sintetizar en este libro algunas de las propuestas más adecuadas para los inquietos mares educativos. Su pensamiento ha sido un referente a la hora de clarificar y explicar socialmente la cuestión del laicismo y de la laicidad, también la positiva. Nos sorprende con un tratado más amplio sobre temas prioritarios para la articulación de la convivencia democrática y para la gestión del testimonio y de la presencia pública de la propuesta cristiana. No en vano este libro se subtitula Las bases de la convivencia pacífica en una sociedad pluralista democrática.
Con un equilibrado uso de las citas de autoridad, y un aparato de comentarios a pie de página en forma de glosa –que en sí mismo es otro libro paralelo al principal–, González Vila plantea al lector una provocación permanente. Nuestra sociedad es plural; el pluralismo está presente en la sociedad como un dato de partida. ¿Es posible la convivencia en una sociedad pluralista democrática sin la base de unas verdades básicas que convengamos en afirmar como tales y que sostengan el entramado de la convivencia? La cuestión no es que reconozcamos que deben existir unas verdades, sustento de la convivencia, y una serie de exigencias objetivas que emanan de ese territorio común en el que nos movemos. La dificultad viene en determinar el contenido de esa verdades, cómo se accede a ellas y cómo se ponen en juego en el entramado social. Por cierto, la reflexión del autor sobre el pluralismo y la tolerancia, en sus diversas acepciones y conjugaciones sociales, es una delicia de finura de pensamiento, casi diría escolástica, en su método.
Al fin y al cabo, para ahorrar al lector referencias a las cuestiones procedimentales, este libro es una invitación al diálogo. Nuestro autor es una persona firmemente convencida de las efectos benéficos del diálogo personal y social, comunitario. Pero no de cualquier forma y tipo de diálogo. Es decir, no de los diálogos que no lo son, sino de los diálogos que se rigen por la búsqueda cooperativa, por la pasión en el descubrimiento coincidente de experiencias y afirmaciones. Una invitación a la cultura del consenso heurístico, en el que coinciden quienes descubren una verdad anterior y superior a nosotros. Este libro es una formulación de la cultura del encuentro en la clave del Papa Francisco. De ahí que haya que agradecer, también, las páginas que dedica a la voz pública del creyente cristiano tanto en el espacio del ut si Deus no daretur como en el del ut si Deus daretur.
Teófilo González Vila
Fundación Emmanuel Mounier