Yo, chica joven hace años, a los dieciseis me planteaba estas preguntas. ¿Qué me hará feliz en la vida? ¿Será un hombre -es lo que dicen las películas-? ¿Será una carrera profesional, un buen empleo? ¿Qué es este deseo de felicidad que tengo si no puedo colmarlo por mí misma? ¿Existe Algo que pueda colmar el deseo de felicidad que tengo? ¿Será posible que lo que dice la liturgia de la misa haya sucedido? ¿Que Dios se haya hecho carne y que haya muerto y resucitado por mí? ¿Y si es así, qué tiene que ver Cristo con mi felicidad? ¿No sería mejor tenerlo todo controlado en la vida y agarrar el primer novio que venga y fundar una familia -esto era una tentación porque sabía que no me bastaría-? ¿Acaso es verdad lo que decía El de sí mismo: Venid a mi los que estéis cansados y agobiados, que yo os aliviaré? ¿Es verdad que Cristo colma el corazón de las personas?
Estudié la carrera de psicología para intentar responder a estas preguntas… Vano intento de controlarlo todo, porque en la facultad no se enseña una verdad que cualquiera que sea leal con su experiencia sabe, que es que el hombre no puede darse la felicidad a sí mismo por mucho que se estudie a sí mismo.
Llegó el trabajo, algunos novios… Las preguntas seguían ahí: ¿Puede una criatura humana cumplir el deseo de mi corazón, que es infinito y que parece que nada de lo que existe en el mundo pueda llenarlo? ¿Será un novio el que me devuelva la vida cuando muera? ¿Acaso puede alguien por mucho dinero que tenga salvarme de la muerte? No cuajó ninguno.
Años más tarde escuché a un sacerdote decir que Cristo es el único que ha hecho posible históricamente tanto el matrimonio cristiano como el celibato cristiano. ¿Por qué?: Proseguía este sacerdote así: «¿qué es mayor sacrificio: tener relaciones con una sola persona después de saber lo que es? ¿o no tenerlas nunca? ¿Qué es lo que permite hacer cualquiera de los dos sacrificios? Tener el corazón lleno, el deseo de felicidad colmado. Sólo con el corazón colmado puedo hacer alguno de los dos sacrificios».
Yo nunca había oído hablar de Cristo así, y mientras le escuchaba me hice una pregunta que nunca me había formulado: ¿Será posible que Cristo sea lo que siempre he estado esperando?. Y él continuaba: «¿Quién es en verdad Cristo para el deseo de felicidad del hombre?». Afirmaba a continuación: «Cristo es el único que llena el deseo del corazón del hombre». Es decir, aquel sacerdote estaba respondiendo a mis preguntas, a la más importante ¿Quién es Cristo en relación a mi deseo de felicidad? Es Quien la hace posible porque me llena.
Supe, oyéndole, que Cristo es el objeto del deseo de felicidad que tengo. Ahí fue el descubrimiento de que es a El a Quien yo busco. Me dije, si es verdad, y así lo creí, ¿voy a seguir esperando y buscando en un hombre lo que no me puede dar? Ahí fue cuando yo decidí dejar mis proyectos de cómo había de cumplirse mi corazón y ser Suya. Yo lo que quería era ser simplemente feliz. Después de esta decisión de ser de Cristo se me dió el experimentar un amor correspondido, pero ni siquiera ese amor fue más fuerte que el que experimentaba ya del Señor hacia mí.
Puedo decir a mis 45 años (me consagré a los 42), que ningún novio ni similar, ni siquiera el enamoramiento correspondido, me ha hecho nunca tan feliz como Él. Jesús está conmigo en mi enfermedad actual, vivo de una pensión que me han concedido después de consagrarme y no necesito la ayuda de ningún hombre!!!
Si tú quieres casarte conoce a Cristo como quien llena tu corazón… y decide luego… Sí, es posible conocer a Cristo y casarse… Ahora bien, que nadie te de gato por liebre!!! Las relaciones prematrimoniales rompen tu relación Cristo. Espera a tener una situación estable y bendecida por el mismo Cristo, de modo que puedas anunciarle a Él a los niños que vengan, que tendrán el mismo deseo de felicidad en el corazón que tú, persona humana seas hombre o mujer, con un deseo de infinito que solo Cristo colma.
La mayor diferencia no está entre el hombre y la mujer, sino entre la criatura humana y Dios creador. ¿Quién te asegura que tus hijos vivan para siempre? Sólo Cristo, que es quien resucita a los muertos. Procura que Le conozcan.
María Jesús González Caballero
Consagrada en el Orden de Vírgenes y psicóloga