Los arqueólogos hallan la tumba de Aristóteles en Estagira, su ciudad natal
Un mausoleo importante sería, según las investigaciones, el lugar al que los estagiritas llevaron las cenizas de quien era considerado héroe local
Una noticia inesperada y sensacional: el arqueólogo Costas Sismanidis anunció ayer en Tesalónica, durante el congreso internacional Aristóteles, 2.400 años, el descubrimiento de la tumba del filósofo, que ha sido identificada durante las excavaciones en su población natal, la antigua ciudad de Estagira, en la península Calcídica.
Dicha península, a menos de dos horas de Tesalónica, era parte del reino de Macedonia hace 24 siglos. El lugar, muy cerca de la acrópolis y con vistas sobre la bahía, tenía un altar para sacrificios, y una arquitectura que revela su importancia. Después de conocerse la noticia, los más de 250 estudiosos del filósofo provenientes de 40 países visitarán hoy el lugar donde Aristóteles vivió hace 2.400 años.
Sismanidis mostró los resultados de la excavación que comenzó en los años sesenta, llegando a la conclusión de que esta tumba pertenece al filósofo. Se trataría, según indicó, del monumento funerario dónde los habitantes de Estagira depositaron en su día las cenizas de Aristóteles tras su muerte por causas naturales en Calcis (Jalkida, en la isla de Eubea).
Le honraron con honores al considerarlo héroe, salvador, legislador y el segundo «fundador» de la ciudad, ya que gracias a su mediación ante el rey Filipo de Macedonia se refundó en 340 la ciudad, la misma que había sido destruida por el padre de Alejandro en el 349 a. C.
La evidencia arqueológica y las fuentes literarias clásicas llevan a concluir que la tumba encontrada solo puede ser de Aristóteles, ya que es grande y abovedada (alcanzaba los 10 metros), tiene una planta rectangular y suelo de mármol. En realidad, primero sospecharon del mausoleo porque era incongruente con una construcción bizantina posterior.
La tumba se encuentra entre una galería del siglo V y el templo de Zeus Salvador y de Atenea, del siglo VI, cerca de la ciudad antigua, en la pequeña península de Liotopi, y del pueblo actual de Olimpiada. Y se ha descubierto que la tumba estaba recubierta con tejas de la fábrica de cerámica real, lo cual demuestra su carácter público y eminente. Asimismo, existía una amplia carretera que llevaba a la entrada del monumento, haciéndolo fácilmente accesible para ceremonias con entrega de honores y premios así como de ofrendas, para las que tenía un altar.
El arqueólogo dejó bien claro que «no tenemos ninguna evidencia pero sí fuertes indicios que nos llevan casi a la certeza. El lugar donde se construyó el monumento se encuentra dentro de la ciudad y cerca del Ágora, tiene una vista panorámica en todas direcciones. La construcción parece incompatible con otros usos». Sismanidis también comentó la importancia del carácter público del edificio y el hecho de que se construyó con rapidez, con material de calidad pero diverso.
Pero el arqueólogo destacó que su labor se vio dificultaba al encontrarse la tumba bajo una torre bizantina cuadrada construida muchos siglos después. Los bizantinos durante la construcción de la torre habían removido las capas arqueológicas anteriores.
Las primeras excavaciones comenzaron en los años sesenta con el arqueólogo F. Petsa. Y a principios de los años noventa continuaron dirigidas por Sismanidis, director del departamento arqueológico de Antigüedades Prehistóricas y Clásicas Nº 16. El arqueólogo ya lo había anunciado comohipótesis en 1996, pero ha sido ahora cuando ha podido confirmarlo.
En la excavación se encontraron objetos de cerámica, y mas de cincuenta monedas que demuestran que la tumba es de la época de Alejandro Magno. Además, fuentes literarias señalan que los restos de Aristóteles están ahí enterrados: se basan en el manuscrito 257 de la Biblioteca Marciana de Venecia y una biografía árabe de Aristóteles.
Según ambos documentos, tras el fallecimiento de Aristóteles en la isla de Eubea en el 322 a.C. los habitantes de Estagira llevaron sus restos en una urna de cobre, la enterraron en un gran sepulcro en su ciudad y erigieron un altar en un lugar que denominaron «Aristotelión». Era ahí donde se reunía a partir de entonces su asamblea y se crearon grandes fiestas anuales, denominadas «Aristotélicas».
Begoña Castiella / ABC
El filósofo Javier Gomá atendió ayer la llamada de ABC con sorpresa ante la noticia: ¿Cómo es posible? Veinticuatro siglos tienen ese saldo de cautela a la espera de evidencias. Pero el hallazgo es de los que hacen soñar a cualquier persona culta, máxime a un filósofo como Gomá. A bote pronto, le pedimos algunas reflexiones y, casi de inmediato, dispara, todavía avivado por la curiosidad. «Es muy interesante ver cómo la arqueología puede confirmar los lugares de la tradición. Pasó con Troya, que se creía casi una invención literaria de Homero hasta que Schliemann encontró la ciudad».
A la vez, a Gomá le parece loable «comprobar que fue a iniciativa de los estagiritas, ciudadanos de su pueblo natal, quienes reclamaron las cenizas del primer filósofo que no pertenecía a la polis, que en Atenas siempre se sintió un extranjero. En la misma ciudad que Platón tuvo su escuela, pero no fue reclamado como propio allí». Por último, Gomá comenta que «sería interesante si se llega a descubrir la estela funeraria, porque sabríamos cómo fue percibido. Las estelas llevaban una frase sobre la esencia de la persona, pero pueden sorprender. La de Esquilo no mentaba su dramaturgia, sino su participación en la batalla de Maratón.
En los muros del Vaticano puede verse La escuela de Atenas, la célebre pintura de Rafael, en la que aparecen los grandes filósofos de la Antigüedad. En el centro están Platón y Aristóteles. El estagirita acudió a estudiar durante 20 años a la Academia platónica fundada cuatro décadas después de la muerte de Pericles. Pero de sus años juventud apenas tenemos datos, salvo su nacimiento en 384 a. C. en una familia con acceso al palacio real macedonio, puesto que su padre era médico. Hay que subrayar que en Atenas siempre se sintió extranjero. Precisamente, uno de los objetos centrales de su pensamiento fue el estudio de las constituciones de las Polis griegas, 140 de ellas, en un análisis sistemático de los regímenes a la busca de la virtud en la gobernación, algo en lo que su maestro, Platón, había fracasado.
Aristóteles además inventa la Biología, la Lógica y sistematiza el método filosófico con una sensibilidad para la realidad puramente empírica. Lo triste es que casi todas sus obras se perdieron, y solo conocemos su pensamiento a través de la compilación de sus materiales de trabajo, un corpus asombroso que hace irrelevante la pérdida de sus obras. Sin embargo, por esa condición de inmigrante cualificado no hereda la dirección de la Academia a la muerte del maestro y se va a Asia a fundar su propia escuela en la corte de Hermias. Allí logra que el tirano modere su política gracias a sus consejos. Ironía del destino, Aristóteles no fue el preceptor dirigente de la Polis perfecta, sino de Alejandro Magno, el emperador que ambicionó el mundo. No sabemos qué le enseño, solo conocemos que fue el joven rey quien convierte Atenas en capital de provincias y acaba con la idea de Polis. Al tiempo, Aristóteles también educó a Ptolomeo, un general de Alejandro que acabó fundando la Biblioteca de Alejandría. Y al sucesor de Alejandro, Casandro.
Sería injusto no dedicar una mención a la importancia que dio a la ética en la educación. A la muerte de Alejandro en 323 a.C., Aristóteles debe dejar Atenas por la animadversión generada contra los macedonios y muere, en 322 a. C. menos de un año después.