Frustración es la palabra que mejor reúne el conjunto de sensaciones que se acumulan en el corazón al ver La voz de Hind, último proyecto de la directora tunecina Kaouther Ben Hania. Ben Hania es la autora del documental nominado al Óscar Las cuatro hijas, en el que narra la tragedia de una madre que perdió a dos de sus cuatro hijas cuando se unieron al ISIS en Libia.
En La voz de Hind, Ben Hania vuelve a acercarse a las heridas abiertas del ser humano, pero lo hace con una sobriedad asombrosa. La cineasta tunecina muestra la historia real de Hind Rajab, una niña de 6 años atrapada en un coche bajo fuego en Gaza, suplicando ser rescatada a la Media Luna Roja Palestina. Mientras intentan mantener el contacto telefónico con ella —su voz es la grabación real de la llamada que hizo—, hacen todo lo posible para enviarle una ambulancia.
Choca saber que lo que se ve en la pantalla sucede en la vida real mientras los demás seguimos con nuestras vidas y los grandes organismos internacionales se quedan anclados en sus grandes debates sobre papel mojado. Choca saber que esto no solo le ocurre a Hind, sino a tantos otros niños cuya historia jamás conoceremos. Choca saber que ha estado ocurriendo durante días interminables, en medio de un silencio que se vuelve cómplice. Choca saber que ciudadanos de numerosos países han alzado la voz con la esperanza de frenar el sufrimiento, y aun así la tragedia continúa repitiéndose, una y otra vez, como un eco que el mundo parece incapaz de escuchar. Precisamente de eso va la película: una metáfora —si es que se puede denominar así— de lo que sucede en la vida real y el motor del relato es la frustración ante el enredo de burocracia que existe para poder ponerle fin al conflicto palestino-israelí. Mientras tanto, el tiempo pasa y se va cobrando la vida de tantos y tantos inocentes.
El largometraje es tan angustioso como real. La cámara se adentra en las oficinas de la Media Luna Roja con un respeto casi litúrgico, como si temiera quebrar el frágil hilo que sostiene la vida de los que esperan al otro lado del teléfono. Desde 1969, la organización proporciona servicios humanitarios, de salud y sociales allí donde son necesarios. Ben Hania convierte ese espacio en un escenario donde lo invisible toma cuerpo: las voces anónimas, los silencios densos, los gestos mínimos que expresan más que cualquier discurso.
Destaca una puesta en escena contenida, que evita el dramatismo y apuesta por la proximidad. Está tan lograda que parece un documental. La directora renuncia a la música, apostando por la potencia desnuda del testimonio. El montaje, preciso y respetuoso, sostiene la tensión sin sacrificar la dignidad de quienes aparecen. El resultado es un retrato humanista, que observa sin juzgar y recuerda que cada vida es única. La voz de Hind no busca señalar culpables ni entra en discursos ideológicos. Es más efectiva que eso. Es pura verdad, y es ahí donde reside su fuerza más profunda.
Kaouther
Ben Hania
Túnez
2025
Drama
+12 años