El alcalde Alberto Francés: «Las ambulancias no nos encuentran con el GPS» - Alfa y Omega

El alcalde Alberto Francés: «Las ambulancias no nos encuentran con el GPS»

Rodrigo Moreno Quicios
Francés es alcalde de su pueblo.
Francés es alcalde de su pueblo. Foto cedida por Alberto Francés.

En Villaescusa la Sombría (Burgos) tan solo hay cobertura en algunos rincones y de manera intermitente. Una carencia que dejó abandonado a su suerte a un vecino que sufrió un aparatoso accidente, sangrando, sin poder levantarse y sin asistencia del 112 por mucho que llamaran sus paisanos. «Ya hemos pedido línea a la Diputación de Burgos», reivindica su alcalde. Pero la respuesta que han encontrado es que «tiene que hacerlo una empresa privada» a la que no le interesa.

—En Villaescusa la Sombría, el pueblo del que usted es alcalde, tuvieron un susto muy gordo el otro día.
—Sí, la semana pasada un vecino mayor iba andando con dos bolsas, se tropezó, se cayó y se hizo una herida muy aparente en la cabeza. El hombre no se podía levantar y empezó a gritar: «¡Que me muero, estoy lleno de sangre!». Otra vecina, también mayor, le escuchó y acudió en su auxilio, pero no le podía levantar. Lo primero que se le ocurrió fue llamar al 112, pero no conseguía cobertura y se tuvo que marchar a una esquinita donde sabemos que hay red. Eso pasa en cualquiera de estos pueblos, tan solo hay unos pocos sitios concretos donde sabemos que hay cobertura. Al cabo de un buen rato consiguieron llamar al 112 y llegó la ambulancia, pero podría haber sido un desastre. A raíz de esto, los vecinos me han dicho que es el momento de que salgamos en los periódicos y de presionar. Si no, se olvidarán otra vez de nosotros.

—¿Qué gestiones han hecho para tener cobertura?
—Ya hemos pedido línea a la Diputación Provincial de Burgos por carta y lo saben de sobra. Alguna vez ha venido algún interventor y nos ha dicho: «No es un problema nuestro, esto tiene que hacerlo una empresa privada». Pero a ellas no les interesa y no se les puede obligar.

Villaescusa la Sombría es nuestro Ayuntamiento, pero abarca a dos pueblos más. Y el otro Ayuntamiento más cercano es el de Santa María del Invierno. Esta sería una solución para los cinco pueblos de alrededor, que combinan a unas 150 personas entre todos.

—Por tanto, teletrabajar en su pueblo es impensable.
—Se intentó poner conexión a internet de banda ancha. Sé que se mandaron los proyectos y permisos, pero debe de habérseles acabado el dinero de la subvención porque los técnicos dejaron la instalación a las puertas de nuestro pueblo, a la altura del monasterio de Rodilla. Atapuerca está al lado y parece que estamos malditos en toda la comarca. Y las ambulancias se pierden porque no nos encuentran con el GPS.

—Esa falta de comunicación significa también una carencia sanitaria.
—Exactamente. Por ejemplo, aquí hay un matrimonio mayor de San Sebastián. Son personas de 90 años un poco delicadas. Antes teníamos médico, pero ahora, como no reunimos 50 cartillas entre todo el pueblo, nos lo han quitado. Y como no hay teléfono, los hijos no se pueden comunicar con los padres.

Antes venía un médico todas las semanas. Cada pueblo hizo un centro, un edificio con una habitación, una camilla, agua caliente y servicios. Ahora lo que hacen es derivarlos a los pueblos más grandes o a Burgos, que está a 28 kilómetros.

—¿De qué se vive allí?
—Estos pueblos tan chiquititos solo existen en Burgos, Soria o Salamanca. Antes vivían 50 personas y todos tenían cuatro vacas y se apañaban un poco. Ahora eso ya no existe. Esta es una zona donde lo más rico para cultivar es el cereal. La gente antes vivía de eso, pero ahora lo puede sembrar un chaval con un tractor en 15 días, por lo que no necesita quedarse en el pueblo. En mi caso, como soy carnicero y tengo ganado, tengo que estar pendiente todas las mañanas. Pero no es lo típico en la zona.

—¿En qué consiste ser alcalde en una localidad así?
—Hay muy poquito que hacer. El Ayuntamiento me ocupa dos o tres horas a la semana y, con la ayuda que da la diputación, se hacen dos o tres obras al año y se está pendiente de si hay alguna avería. Tampoco cobramos nada y nos ayuda una secretaria que es funcionaria del Estado y viene todas las semanas. Eso sí, cuando por ejemplo hay que hacer un pago, tenemos que firmarlo entre los dos y recorremos medio pueblo para conseguir con el móvil una clave que nos envían y necesitamos.

—¿Qué futuro podríamos dibujar para el pueblo?
—Lo primero es que tenga servicios y, si no logramos que sea un sitio para vivir, al menos que sea un lugar para pasar el fin de semana o el verano. El único trabajo que hay es la agricultura y la mayoría de los que siguen en él son mayores. Cuando lo hace algún joven, lo que hace es vivir en Burgos, en Briviesca o Belorado, porque están cerca.

—Ahora hay partidos contra la despoblación. ¿Qué opinión le merecen?
—Cuando vea que hacen algo, podré opinar. Sí que hay una petición que me parece interesante: que las subvenciones no vayan determinadas a cosas tan concretas. Sería más eficaz si cada pueblo recibiera un presupuesto del Estado para lo que necesite, justificándolo. Por ejemplo, ahora viene una subvención para los columpios, pero aquí casi no hay niños. Sería más urgente cambiar las tuberías del agua. Antes que un parque o un frontón, sería mejor tener cobertura y no tener que salir corriendo a una esquina para llamar al 112.