La JOC cumple 100 años: «Hay jóvenes con hasta cuatro trabajos para poder vivir»
La Juventud Obrera Cristiana lleva un siglo acompañando a los jóvenes con una situación laboral «muy desesperanzadora»
En 1925, ya hace 100 años, Joseph Cardijn, un sacerdote belga, fundó la Juventud Obrera Cristiana, un movimiento de jóvenes de clase obrera que en España aterrizó en 1932. «Queremos evangelizar a los jóvenes de una realidad más obrera para que vivan el amor de Dios», afirma Melani Ruiz, responsable de Iniciación de la JOC en España.
—Para quien no lo sepa, ¿qué es la JOC?
—Es un movimiento para jóvenes, hecho también por jóvenes y gestionado por jóvenes, siempre de una realidad más obrera, que viven especialmente unas condiciones de vida más precarias. La intención del movimiento es evangelizar en esos ambientes que muchas veces también están muy descristianizados, de una manera cercana y práctica. Todo para que los jóvenes vivan el amor de Dios y que son dignos de ese amor, porque a veces la realidad en que viven les afecta de manera negativa.
—¿Cómo es el contexto laboral de los jóvenes en España hoy?
—Actualmente es una situación muy desesperanzadora. Hay muchos que están muy formados, porque se nos ha vendido la idea de que si estudias y si te esfuerzas vas a tener un trabajo digno y una vida estable. Pero nos estamos encontrando que esto no es verdad. Los jóvenes tienen que seguir estudiando y trabajando, y los hay que están enlazando varios trabajos de manera permanente, o que tienen más de un trabajo. Conozco un chico que tiene hasta cuatro trabajos para poder vivir.
—¿En serio?
—Es la realidad. Los trabajos que encontramos no nos permiten sustentarnos ni tener familia. No nos permiten crear proyectos vitales ni tener ningún tipo de seguridad.
—Eso dificulta no solo formar una familia sino tener hijos y hasta tener amigos.
—Exactamente. A veces nos encontramos con jóvenes que tienen que elegir entre venir a una Eucaristía o ver a sus padres, porque no tienen otro momento. Está también la ansiedad de tener que formarse para un mundo laboral cada vez más competitivo. Eso les consume mucho tiempo.
A veces se critica que los jóvenes tienen perros y gatos por no tener hijos, pero la realidad es que en nuestra situación laboral no encaja tener una familia ni relaciones estables.

—¿Qué ofrece la JOC a los jóvenes entonces?
—Sobre todo un equipo en el que te vas a encontrar con jóvenes que viven tu misma realidad, que te van a acompañar. Y la posibilidad de analizar e intentar cambiar ciertas cosas desde lo cercano, o al menos denunciarlo. Porque el mayor problema es que hay mucha sensación de que no podemos hacer nada, de que no somos protagonistas de nuestra realidad. Si el mundo nos está aplastando podemos descubrir que somos dignos, y la comunidad te da un apoyo necesario para llevar la fe a la práctica y movernos a hacer algo.
—¿Encuentran más sintonía en movimientos obreros o que tengan esta sensibilidad más social que en la misma Iglesia?
—Depende. Ese compromiso con la realidad social lo encontramos mucho en sindicatos y otras organizaciones, pero en la Iglesia también, sobre todo en movimientos obreros. Somos muy plurales y hay muchas sensibilidades dentro de la Iglesia, pero a veces parece que salir hacia afuera sí nos cuesta un poco.