Sobrino nieto de san Peter ToRot: «La familia cavó túneles y él guardaba el Santísimo en el suyo»
Cuando un sacerdote propuso al padre de san Peter ToRot que este fuera sacerdote, él no quiso. «Tal vez mi nieto o el nieto de él». Finalmente fue su bisnieto, Josef Rochus Tatami, misionero del Sagrado Corazón y arzobispo de Rabaul
—¿Exactamente cuál es su parentesco con san Peter ToRot, uno de los primeros santos canonizados por el Papa León XIV el pasado 19 de octubre?
—Mi abuelo era Josef Tatami, su hermano mayor. Los padres de ambos —y de su hermana mayor, Theresia IaVarpilak, y su hermano pequeño, Gabriel Telo— eran Angelo ToPuia y Maria IaTumul. Eran católicos de primera generación bautizados por los Misioneros del Sagrado Corazón.
—¿Cuál era su labor pastoral antes de que empezara la persecución?
—Su ministerio antes de la persecución empezó como catequista y maestro. Enseñaba a los niños, a los padres y a los ancianos para prepararlos adecuadamente para el sacramento del Bautismo, ejercer de testigos en las bodas y llevar la Comunión a los mayores y enfermos. También recorría las comunidades cristianas para rezar con ellas y animarlas a permanecer fuertes en su fe durante la Segunda Guerra Mundial.

—Cuando los japoneses invadieron Papúa, ¿por qué expulsaron a los sacerdotes y prohibieron las celebraciones católicas?
—Al principio a los japoneses no les importaba que la gente rezara y mantuviera sus prácticas espirituales. Solo cuando empezaron a experimentar grandes pérdidas frente a los Aliados aumentaron la opresión para que no lo hicieran. Sospechaban que sus oraciones estaban causando que Japón fuera perdiendo la guerra. San Peter ToRot y su familia excavaron túneles en Taongo y se quedaron en ellos. En el suyo, también guardaba el Santísimo Sacramento.
—A partir de ese momento, su compromiso para que siguiera habiendo celebraciones y su defensa del matrimonio y la familia frente a la promoción de la poligamia por parte de los nipones llevó a su detención y su martirio, el 7 de julio de 1945. ¿Cómo se transmitió en la familia ese testimonio sobre su martirio?
—Mi familia me contó que san Peter ToRot era el hermano pequeño de mi abuelo y que lo mataron los japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. También pude observar cómo mi familia presentaba sus respetos ante su tumba en el cementerio de la misión llevando flores frescas, rezando y llevándose tierra para aplicarla sobre los enfermos.

—¿Jugó todo ello algún papel en su vocación sacerdotal y en su ministerio como obispo?
—Cuando me ordené como sacerdote el 26 de noviembre de 1989, la gente de mi parroquia en Rakunai empezó a contar de nuevo la historia de cómo el párroco Karl Laufer había pedido a Angelo ToPuia que permitiera que su hijo Peter ToRot se preparara para el sacerdocio. Angelo respondió: «No, padre, es demasiado pronto y nuestra generación no está preparada todavía. Si insiste, envíele a estudiar para catequista». Y añadió: «Tal vez uno de mis nietos o un nieto suyo tenga la suerte de responder a esa llamada». Nadie de nuestra familia lo había hecho hasta mi ordenación.
—¿Qué espera que su canonización signifique para Papúa Nueva Guinea?
—Una nueva conciencia de la madurez de la fe de la gente. Es el primer santo indígena de Papúa Nueva Guinea, Melanesia y Oceanía. Es muy significativo y un hito de cara a reconocer que la gente del Pacífico también está llamada a la santidad.