Love room: ¿Infieles o traidores? - Alfa y Omega

El misterio del amor fortuito es inesperado e insondable. El juego del enamoramiento casual se convierte en una carrera hacia el abismo cuando se corre en la oscuridad inquietante como la del engaño, la falta de normalidad o la simple sensación de que todo es un sueño imperfecto e impuro que jamás dejará de serlo.

Love room cuenta la historia de una infidelidad. Bueno, mejor dicho de dos. Marta y Miguel despiertan una mañana en una habitación de hotel. Ambos han compartido cama y una fogosa noche que casi no recuerdan en su totalidad, llena de desafíos ridículos, escenas de quinceañeros y soberanas tonterías que sólo pueden darse cuando uno está borracho o medio loco por vivir otra vida distinta a la que le ha tocado. Marta tiene novio. Miguel está casado y tiene un hijo de 4 años. Los dos lo sabían antes de que nada ocurriera. ¿Fue el alcohol, la locura, una atracción fatal o un encuentro con el amor verdadero? Son ellos mismos los que pasan por todas esas preguntas durante esa cita y las que les siguen.

A la sobria puesta en escena, se une una interpretación intuitiva. Los personajes cotidianos que representan Lena Fernández y Guillermo Ortega cobran vida sobre las tablas del Teatro Arlequín, una vida muy normal. La que se da en las parejas y matrimonios que se engañan… una vida secundaria, o mejor dicho, segundona.

En esa situación, que estamos viviendo con ellos, nos preguntamos si son infieles o traidores, o son las dos cosas, pero en proporciones distintas. Si la respuesta es sí, queremos saber a quién son infieles, a quién traicionan ¿a ellos, a sus parejas?… si la respuesta es no, ningún sentido tiene el compromiso más simple o el respeto. Y es que la vida que cada uno de nosotros tiene no es la que le ha tocado, es la que ha elegido. Sabia o torpemente, con suerte o sin ella… pero es esa. Y hemos sido libres para decidir cada uno de los pasos que damos, incluso el de ser infiel… o dejar de serlo.

La famosa frase: «Si te hubiera conocido antes»… se ha llevado por delante edificios muy altos, con sólidos cimientos y firmemente estructurados. Qué no hará entonces con casuchas mal construidas sobre tierra blanda y llenas de agujeros y desperfectos mal arreglados… en fin.

Al más puro estilo de Los puentes de Madison, el autor, Tirso Calero, quiere entregarnos unos personajes románticos y cómicos, mentirosos pero reales, deslavazados aunque firmes. Y sin dramones ni melodramas, cada uno será fiel (sí, fiel) a sí mismo y a sus sentimientos. Durante 90 minutos el espectador conoce y cree a cada uno de ellos, entendiendo sus decisiones, porque la paz no puede vivir en un corazón mentiroso y vil.

Y al final, lo de siempre, lo que permanentemente escuchamos en la boca de la gente: cumplir mi sueño, darlo todo, ser feliz… Como cuando, al más puro estilo Miss de concurso, la pobre Marta promete la felicidad en sus brazos (como aquella que pide la paz en el mundo) y dice: «Si vienes conmigo vivirás momentos 10 y momentos 0, pero yo puedo darte la felicidad, puedo dártelo todo…».

No diré lo que contesta Miguel, pero es apabullante y absurdo a la vez. Porque le da un 5 a lo que él ha elegido. Quizá no se ha parado a pensar que los exámenes de la vida son como los del cole, uno saca la nota que quiere sacar, y el cinco se lo pone cada uno, a base de no querer sacar buena nota.

Si todo está en la balanza… que fácil sería pensar que la felicidad vendrá hoy o mañana, que está siempre por venir y casi nunca presente… qué empeño absurdo y completamente enajenado. La felicidad se construye, y es uno mismo el que vive cada momento, el que decide. Somos nosotros mismos los que podemos encontrar la tan ansiada felicidad… si entendemos lo que es y dejamos de buscarla en aquellos que consideramos semidioses, que prometen imposibles.

Love room

★★★☆☆

Teatro:

Teatro Arlequín

Dirección:

Calle San Bernardo, 5

Metro:

Santo Domingo, Callao

OBRA FINALIZADA