La emoción del Santo Padre en su cumpleaños: «Gracias al Señor y a mis padres»
En el día de Exaltación de la Santa Cruz, ha recordado que «Dios se valió de uno de los instrumentos de muerte más crueles jamás inventados por el hombre: la Cruz» para dar su vida por nosotros
Como cada domingo, el Papa León XIV ha vuelto a asomarse al balcón pontificio del Vaticano para saludar a los fieles y rezar juntos la oración mariana del ángelus. En esta ocasión, en la celebración de la Exaltación de la Santa Cruz, también ha coincidido con el cumpleaños del Santo Padre. De hecho, la plaza de San Pedro se ha llenado de carteles y pancartas de peregrinos y locales felicitándole.
«Como ya sabéis, hoy cumplo 70 años. Doy gracias al Señor, a mis padres y agradezco a quienes han tenido un recuerdo en la oración», ha expresado con gran emoción el Pontífice, a lo que ha seguido una melodía de una banda de música presente en la plaza y un prolongado aplauso de los fieles. «¡Muchísimas gracias a todos!», ha exclamado con una gran sonrisa.
Además, el Pontífice ha recordado que este lunes se conmemora el 60 aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, que ha definido como «una intuición profética que tuvo san Pablo VI» el 15 de septiembre de 1965 «para que los obispos pudieran ejercitar la comunión con el sucesor de Pedro». Asimismo, ha pedido que esta celebración ayude a «renovar el compromiso por la unidad, la sinodalidad y la misión en la Iglesia».
La cruz como signo de vida
En la catequesis, el Papa ha reflexionado sobre el significado de celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. «Dios nos salvó mostrándose a nosotros, ofreciéndose como compañero, maestro, médico y amigo, hasta el punto de convertirse para nosotros en el pan partido en la Eucaristía», ha afirmado el Santo Padre. Y, para realizar esta obra, «se valió de uno de los instrumentos de muerte más crueles jamás inventados por el hombre: la cruz».
Por eso, «el inmenso amor de Dios transformó lo que era un instrumento de muerte en un signo de vida». Cuando celebramos su exaltación, ha explicado León XIV, conmemoramos también «el amor con el que Dios, abrazando la cruz por nuestra salvación, nos enseñó que nada puede separarnos de él, y que su amor es más grande que nuestro pecado».
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