El Santo Padre pide combatir las «causas estructurales» de la pobreza
En su primer mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, el Papa invita a poner en marcha políticas públicas y «nuevas iniciativas» frente a las «antiguas y nuevas formas de pobreza». Trabajo, educación, vivienda y salud «son las condiciones para una seguridad que nunca se logrará con las armas»
La esperanza, virtud a la que está dedicado el Jubileo 2025, conlleva el «deber de asumir responsabilidades coherentes en la historia, sin dilaciones». Una de ellas es afrontar y eliminar las «causas estructurales» que tiene la pobreza. Lo afirma el Papa León en su primer mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el 16 de noviembre. Además, «mientras esto sucede, todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas».
Así, en siglos pasados pero también en la actualidad, «los hospitales y las escuelas» son «instituciones creadas para expresar la acogida hacia los más débiles y marginados», resalta el Santo Padre. «Hoy deberían formar parte ya de las políticas públicas de todo país, pero las guerras y desigualdades con frecuencia lo impiden», lamenta.
Otros «signos de esperanza» actuales son «las casas-familia, las comunidades para menores, los centros de escucha y acogida, los comedores para los pobres, los albergues, las escuelas populares». Todos ellos son «muy importantes para sacudirnos de la indiferencia y motivar el compromiso en las distintas formas de voluntariado».
En su mensaje, el Papa estadounidense pide «impulsar el desarrollo de políticas para combatir antiguas y nuevas formas de pobreza, además de nuevas iniciativas de apoyo y ayuda a los más pobres entre los pobres». Porque, añade, «el trabajo, la educación, la vivienda y la salud son las condiciones para una seguridad que nunca se logrará con las armas».
Sujetos de las comunidades
En una parte del mensaje más dirigida a las comunidades cristianas, León XIV reivindica que la jornada del 16 de noviembre debe servir para que tomen conciencia de que los pobres están en el centro de toda la acción pastoral. «No solo de su dimensión caritativa, sino también de lo que la Iglesia celebra y anuncia». Es decir, «no son objetos de nuestra pastoral, sino sujetos creativos que nos estimulan a encontrar siempre formas nuevas de vivir el Evangelio hoy».
En relación con esto, el Pontífice afirma que «los pobres no son una distracción para la Iglesia, sino los hermanos y hermanas más amados». Cada uno de ellos «nos provoca a tocar con las manos la verdad del Evangelio». Lo hace «con su existencia, e incluso con sus palabras y la sabiduría que poseen». Así, no son quienes más necesidades pasan. Porque, asegura el Papa, «la pobreza más grave es no conocer a Dios».
Testigos de esperanza
Por todo ello, también tienen mucho que enseñar al resto de fieles. «El pobre puede convertirse en testigo de una esperanza fuerte y fiable, precisamente porque la profesa en una condición de vida precaria, marcada por privaciones, fragilidad y marginación. No confía en las seguridades del poder o del tener; al contrario, las sufre y con frecuencia es víctima de ellas».
Si reconocemos «que Dios es nuestra primera y única esperanza, nosotros también realizamos el paso de las esperanzas efímeras a la esperanza duradera. Frente al deseo de tener a Dios como compañero de camino, las riquezas se relativizan, porque se descubre el verdadero tesoro del que realmente tenemos necesidad».
Por el contrario, «las riquezas muchas veces engañan y conducen a situaciones dramáticas de pobreza. La más grave de todas es pensar que no necesitamos a Dios y que podemos llevar adelante la propia vida independientemente de Él». A esta tentación, el Pontífice responde citando a san Agustín, su padre espiritual: «Sea Dios toda tu presunción: siéntete indigente de Él, y así serás de Él colmado. Todo lo que poseas sin Él, te causará un mayor vacío».