Hay que hacerse cargo
La tragedia es de nivel 3, dice la ONU. Para la ONU el nivel 3 es lo peor. Más de 2.000 muertos en un país en guerra al que no puede entrar la prensa extranjera. Hay también 4.000 heridos. Y pocos quirófanos activos. Y no hay agua corriente
72 horas. Pero han pasado 94. Cuando escribo estas líneas han pasado 94 horas del terremoto de Myanmar. Cuando usted las lea, casi 150. El doble de 72, más o menos. 72 horas es el tiempo que se considera razonable buscar a alguien entre los escombros (y encontrarlo vivo). Muertos ya hay muchos, 2.056. Y 270 desaparecidos.
En la calle. ¿Dónde iban a dormir? «Nuestro edificio se ha agrietado —cuenta Aye, en Mandalay, a un equipo de Plan International—. No me atrevo a volver». Mandalay tiene 1.225.546 habitantes. Y todos duermen en la calle desde el viernes.
Sin embargo, a veces, hay un milagro. El lunes salieron cuatro personas de los escombros. Una niña. Una embarazada. Habían pasado más de 72 horas.
Hay que hacerse cargo —me lo digo, se lo digo a usted—; pero ¿cómo vamos a hacernos cargo? ¿Dónde está Myanmar? No conozco a nadie en ese país de 54 millones de habitantes. Pero hay que hacerse cargo. Pasan los rostros de mis vecinos de Paiporta, de Benetússer, de Alfafar. El dolor es el mismo en otra lengua. Las cifras son peores.
Myanmar está en guerra desde hace cuatro años. Algunas informaciones apuntan a que los bombardeos no se detuvieron ni durante el terremoto (¿o quizá fue el terremoto —magnitud 7,7— el pretexto para más bombas?). Tampoco sabemos más. No nos dejan entrar a los periodistas. Dicen que ha habido un terremoto y no encuentran alojamiento para la prensa extranjera, y que hay cortes de agua y de luz. Lástima.
Estaban a punto de celebrar el Año Nuevo según la escuela budista Therevada, leo; y no comprendo. Tan ajeno. Hay que hacerse cargo. Suele ser en abril, dura varios días a partir de la luna llena del mes lunar de tagu. El primer día es la fiesta del agua; todos se la lanzan unos a otros, todo el día, hasta las seis y media de la tarde. Los niños son los que mejor se lo pasan, me figuro. Los niños son iguales aquí y en Birmania.
Una de esas niñas es Yoon May, informa Save the Children. También informa de que el nombre es ficticio. Iba a echarse una siesta cuando tembló la tierra. Yoon May acababa de terminar sus exámenes y quién no iba a querer lanzarle cubos de agua a sus amigos después. Sobre todo si estás a 40 grados, como están allí, en Myanmar o en Birmania. Pero no hay cubos de agua; de hecho, no hay agua corriente. Su familia y ella duermen también a la intemperie. Tienen una mosquitera. Debe de haber muchos mosquitos.
La tragedia es de nivel 3, dice la ONU. Para la ONU el nivel 3 es lo peor. Más de 2.000 muertos en un país en guerra al que no puede entrar prensa internacional. Hay también 4.000 heridos. Y pocos quirófanos activos. Y no hay agua corriente. El riesgo de infecciones en los heridos es alto. Se juega mucho, todavía, en los próximos días. Yoon May, y la embarazada y la niña que salieron de los escombros, y todos los demás, 2.000; sus rostros desconocidos pero que podrían ser de Alfafar o de Catarroja, qué más da; los niños son iguales en todas partes.
En la foto, una mujer —harían falta muchas fotos, una, una, una, una (la vida siempre es singular)— a la que se le cayó encima el Sky Villa Condominium, un rascacielos en construcción. No sabemos más de ella, eso es todo lo que dice la información de agencia. Podría haber hasta 100 víctimas solo de ese edificio. Hay que hacerse cargo.