Ellos perdonaron a los asesinos de su hijo y de su hermano

Este número viene plagado de testimonios de perdón. Y no un perdón sencillo, precisamente, sino el de un joven que no pudo despedirse de su hermano tras un día aparentemente cotidiano y un viaje en tren. Aquel fatídico 11M Vicente salió, como cada mañana, y no volvió a casa porque el mal acampa en los corazones de los hombres que escogen libremente abrazarlo y una bomba puesta por terroristas destrozó cientos de vidas para siempre. En ese trabajo de asumir lo sucedido y no dejarse arrastrar por el odio, Fausto, ahora diácono permanente, pone en el centro a Dios. También Él está en el centro de la historia de Peter, sacerdote nigeriano que tuvo que huir con su familia de su casa de toda la vida, con tan solo 9 años, porque los yihadistas atacaron su ciudad. Conviviendo con el dolor, supo que su vida la entregaría para sanarlo. El del alma, muchas veces más profundo que el del cuerpo. El perdón de la familia de Akash Bashir, a quien asesinaron hace ahora diez años mientras intentaba detener a un terrorista a las puertas de una iglesia en Pakistán. La bomba le estalló a él. Sus padres lograron perdonar con la ayuda de la fe y ahora la tumba del joven es un reguero de personas que le consideran un héroe. Pero también hay quien todavía está en proceso de entender la maldad. Como esa madre con un hijo de 4 años enfermo de cáncer que no logra muchos días pasar los controles para salir de territorio palestino y poder llegar hasta el hospital y que el pequeño reciba su sesión de quimioterapia. Ella sonríe cuando logra su minúscula victoria diaria, que es ver a su hijo tranquilo. Pero no comprende. Tampoco lo hacen los ucranianos que, tres años después, no pueden volver todavía a a su hogar. O los cinco millones de desplazados y las familias de los 40.000 muertos en el conflicto del Sahel, una de las mayores crisis humanitarias del planeta y que pocos saben colocar en el mapa. Una luz quienes perdonaron, una esperanza para los que están en el camino de entender. Y quizá nunca puedan hacerlo.