Leonor de Escoriaza: «Un psicólogo católico no está para evangelizar, pero sí para ofrecer la mirada de Cristo»
Se presenta en España la Asociación Internacional de Psicólogos Católicos, «una comunidad de profesionales que comparten sus dificultades y la necesidad de formarse en una antropología católica», dice su presidenta
El pasado jueves se presentó en Madrid la Asociación Internacional de Psicólogos Católicos, una red de profesionales que nace «para ayudar a personas de cualquier creencia o religión a encontrar profesionales serios y recomendados, con valores y principios que le transmitan confianza», afirma Leonor de Escoriaza, su presidenta.
¿Cómo nació este proyecto?
Es un proyecto que tiene precedentes en Inglaterra y que nació de un encuentro con Ramón Fonte, psicólogo y coach, que tras un retiro de Emaús salió con la misión de llevar a Dios a la empresa. Vimos una necesidad de que los profesionales creyentes pudiéramos reunirnos, compartir inquietudes y derivar a gente de confianza. Es una necesidad en el ámbito de la salud mental.
¿Cómo funciona?
Es un directorio de gente de confianza y una comunidad de profesionales de salud mental y coaching que comparten sus dificultades y la necesidad de formarse en una antropología católica. Hacía falta una red así, porque cuidar al cuidador es esencial.
¿Qué ofrece de original la antropología católica en el ámbito de la psicología?
Es una manera específica de ver lo humano. Cómo vemos al ser humano afecta a cómo actuamos y cómo vivimos. El padre Joan Costa nos explicó en la presentación de la asociación que la antropología católica es muy diferente a la que nos llega desde fuera por todos los medios y que está en el ambiente. No se puede ver al hombre solo desde el hombre, porque al final se deshumaniza. Solo se entiende por completo desde Dios, y así se hace más humano. Si tienes en cuenta a Dios, conoces nuestro libro de instrucciones, el modo más cercano al plan original de Dios sobre cada uno de nosotros.
¿Cómo se concreta esto?
Un psicólogo que entiende tus valores ve más cosas, y específicamente toma más en cuenta la dimensión espiritual. Es una necesidad del ser humano que no se puede pasar por alto. Da respuesta, además, a crisis a las que nos enfrentamos ahora, como la de los abusos o la de la familia, por ejemplo.
Entiendo que no se trata de poner a la gente a rezar.
Para nada. A veces se ha acompañado mal, ha habido gente con poca formación atendiendo a una parroquia entera solo porque es creyente o porque tiene buena intención. Hay ejemplos y eso ha pasado, gente que pasa por terapeuta católica pero con lagunas de base. Hay que ser buen creyente y buen profesional. Un psicólogo católico une ambas dimensiones.
¿El trabajo de un profesional católico puede beneficiar también a los no creyentes?
Por supuesto. Simplemente proponemos un directorio de personas con ciertas características, pero está abierto a todos, creyentes o no. Recibimos a cualquiera en cualquier momento de su vida, con la intención de acompañar y ayudar, sin juzgar. Solo cambia tu mirada de amor hacia el otro, con muchísimo respeto y con la máxima profesionalidad. Eso lo hemos vivido muchos de nosotros cuando nos llega una persona y después de un tiempo te dice: «Tú tienes algo distinto». Creo que es la mirada de Cristo que pasa a través de nosotros. No estamos para evangelizar, pero tampoco podemos tapar esa mirada ni esa forma de ver la vida.