12 de enero: santa Margarita Bourgeoys, la maestra que abrió una escuela en un establo
Considerada la primera santa de Canadá, quiso honrar «la vida viajera de María» y fundó la primera comunidad exclaustrada de Norteamérica, ofreciendo una educación «centrada en la persona»
Por lo general, hasta el siglo XVII las mujeres que formaban parte de alguna comunidad religiosa debían estar enclaustradas; es decir, sin salir de los conventos o monasterios para dedicarse enteramente a la contemplación y a la oración en un clima de silencio y recogimiento. Casi sin pretenderlo, santa Margarita Bourgeoys fundó la Congregación de Notre Dame de Montreal, la primera de mujeres exclaustradas de América del Norte y que hoy en día sigue plenamente activa por todo el mundo.
Corría el año 1640 en Francia cuando la joven de 20 años, que ya era huérfana de madre, experimentó una gracia especial durante una procesión en honor a la Virgen del Rosario por las calles de Troyes. Según Claudia Margarita Juárez, una de las responsables de la región de Centroamérica de la congregación que más tarde fundaría la santa, «a partir de esa vivencia, empezó a hacerse preguntas existenciales en su vida». Esto le llevó a colaborar con una comunidad de su ciudad natal: las religiosas de Notre Dame de Troyes. Ellas se dedicaban a la educación en los barrios más pobres; pero, como no podían salir, tenían colaboradoras externas que las ayudaban en esa misión.
El hermano de la superiora de la congregación, Paul de Maisonneuve, «quedó realmente impresionado por la capacidad y el don que tenía Margarita para la educación». Al ser también el fundador de la nueva colonia francesa que en ese momento se estaba creando en Canadá, no dudó en invitar a la joven a cruzar el océano para que formara parte del proyecto. «Margarita aceptó por su personalidad y por la dedicación y el amor a la educación. Sin duda era la profesora adecuada», afirma Juárez en conversación con Alfa y Omega desde El Salvador.
Después de tres siglos, la espiritualidad de esta santa continúa vigente hoy en día a través de la Congregación de Notre Dame de Montreal, que cuenta con alrededor de 2.500 hermanas. Actualmente están presentes, no solamente en Canadá y Estados Unidos, sino también en países como Japón, Francia o Camerún. Su carisma es salir a las periferias y, con una «educación liberadora», como ellas mismas definen, ofrecer los dones particulares de cada hermana para responder a las necesidades de las personas, «reconociendo también el drama de la exclusión y las estructuras injustas que la provocan». Aunque su presencia es sobre todo en colegios y universidades, su misión comprende también la justicia social, la dignidad humana o la protección de la creación.
Aunque llegó a Montreal el 16 de noviembre de 1653, tendría que esperar cinco años hasta que hubiera suficientes niños para poder abrir la primera escuela, en un establo abandonado cedido por el gobernador; un lugar que la santa y sus alumnos se encargaron de limpiar y poner a punto para el inicio de las clases en abril de 1658. «Los niños morían a temprana edad por las condiciones difíciles en las que vivían», señala Juárez. Además, «Margarita también se dedicaba a apoyar a las familias y a las mujeres enseñándoles cosas prácticas que las ayudaran a poder sobrevivir», como talleres donde aprendían habilidades manuales que pudieran desarrollar como oficios.
Tal fue el éxito de aquella primera escuela que fueron llegando nuevas colaboradoras y esta red de colegios se fue extendiendo por Montreal y alcanzó también a barrios de Quebec. «Era reconocida como una educación de calidad centrada en la persona, en ayudar para sacar provecho de sus dones y potenciales», reconoce la hermana. Los maestros y colaboradores cercanos a Margarita eran testigos de su vida de oración, pobreza e incansable entrega al servicio de los demás. Este entorno acabó transformándose en una comunidad religiosa. Con el deseo de trabajar fuera de los muros —algo novedoso para la época— y con María de Nazaret como referente, fueron aprobadas las constituciones de la nueva congregación de Notre Dame de Montreal en 1698. Juárez asegura que quería ensalzar «la vida viajera de la Virgen María, porque sentía que no estaba siendo honrada todavía dentro de las expresiones de vida religiosa que existían en ese momento».
En los últimos tiempos de Margarita, una joven hermana enfermó gravemente y, en un acto de bondad, la francesa oró al Señor ofreciendo su vida por la salud de ella. Inmediatamente, la otra religiosa empezó a mejorar y cayó sobre la santa el peso de la enfermedad. Falleció el 12 de enero de 1700. Juárez tiene claro que «se ofreció por esa hermana, pero también por todas nosotras en un sacrificio de amor». En 1950 fue beatificada por Pío XII y canonizada por san Juan Pablo II en octubre de 1982, convirtiéndose en la primera santa de la Iglesia de Canadá. «Ahora que se habla de sinodalidad, ella es un ejemplo de la búsqueda profunda del diálogo, la inclusión y la escucha».