14 de enero: santa Nina de Georgia, la niña a la que la Virgen hizo igual que a los apóstoles
La evangelización de Georgia no se llevó a cabo gracias a planes pastorales estratégicos ni fue resultado de una decisión bien definida de las autoridades eclesiásticas. Al contrario, la fe de los georgianos nació del sueño de una niña a la que la Virgen introdujo en el corazón el deseo de llevar a su Hijo a quienes no lo conocían.
Nina nació hacia el año 280 en la ciudad de Colastres, en Capadocia. Su padre era hermano de san Jorge, uno de los mártires de la persecución del emperador Diocleciano más populares entre los cristianos primitivos, mientras que su madre era hermana del patriarca de Jerusalén.
Cuando Nina tenía 12 años, su familia viajó a la Ciudad Santa, donde su padre se hizo monje y su madre diaconisa. La niña pasó así al cuidado de Nianfora, una piadosa anciana de la comunidad local.
Un día, la mujer le contó a Nina que la túnica de la que fue despojado Jesús antes de morir fue sacada de Jerusalén por Elías, un judío georgiano de Mtsjeta que se encontraba allí en ese momento. Elías compró en el mismo Gólgota la túnica a un centurión romano y la llevó consigo a su país, que entonces se llamaba Iberia y hoy es la actual Georgia.
Aquello fue el acicate para que Nina viera crecer en su interior el deseo de ir a ese lejano lugar del Imperio y evangelizar a unos hombres y mujeres que no eran conscientes del tesoro que albergaban. La Virgen María le confirmó ese propósito en una visión en la que le entregó una cruz hecha con sarmientos de uva. En ella, le dijo: «Ve a Iberia y anuncia allí la Buena Nueva del Evangelio de Jesucristo. Yo seré para ti un escudo contra todos los enemigos visibles e invisibles por la fuerza de esta cruz, que será en aquella tierra la bandera de la fe en mi Hijo». A día de hoy, la cruz de sarmiento es el principal símbolo de la Iglesia en Georgia.
Cuando la niña le contó sus planes a su tío, el patriarca la llevó hasta el altar y puso sus manos sobre su cabeza bendiciendo su misión: «Señor Dios y salvador, mientras dejo partir a esta joven para predicar tu divinidad, la encomiendo a tus manos. Sé tú su compañero y maestro dondequiera que ella proclame tu Evangelio, y dale palabras con tanta fuerza y sabiduría que nadie pueda oponerse a ellas ni rebatirlas».
Entre Jerusalén y Mtsjeta hay 2.000 kilómetros, entonces llenos de peligros, en los que el propósito de Nina, de apenas 15 años, fue puesto a prueba. Eran los años de la persecución contra los cristianos, y en un momento de la travesía se unió a un nutrido grupo de jóvenes que huían de las órdenes del emperador.
En Armenia, los funcionarios reales detuvieron la expedición y el rey Tiridates mandó asesinar a todos sus miembros. Nina consiguió escapar y llegó con dificultad, primero a Akhalkalaki y después a Urbnis, en Georgia, donde armada de valor y de fe empezó a predicar a Cristo a los paganos. Más tarde llegó a Mtsjeta, la capital, donde el día que entró en la ciudad un aguacero se llevó por delante muchos de los ídolos que veneraban sus habitantes: era una profecía de lo que habría de suceder un día gracias a su tesón.
Curaciones milagrosas
En Mtsjeta se instaló en una choza junto a la vivienda de uno de los jardineros de la corte, y desde allí empezó a irradiar una sabiduría desconocida en aquel reino, a la que acompañaba con curaciones y milagros. Su fama llegó a oídos de la reina, quien la mandó llamar a causa de una enfermedad que padecía desde hacía tiempo. Las oraciones de Nina curaron a la reina y sus palabras lograron su conversión a la nueva fe.
Este cambio en la vida de su mujer fue demasiado para el rey de Georgia, Mirian, que vio amenazada la estabilidad del trono y resolvió repudiar a su mujer si esta no cambiaba de parecer. La cosa no llegó a mayores porque un día, mientras cazaba, Mirian sufrió un golpe en la cabeza y quedó ciego y perdido en medio del bosque. Desesperado, pidió ayuda «al Dios de Nina» y prometió renunciar a los ídolos si salía de allí con vida. Nada más pronunciar su juramento, la luz volvió a sus ojos y al regresar al palacio comenzó su formación para recibir el Bautismo. Al poco tiempo, declaró el cristianismo como religión oficial de su pueblo.
Con Mirian como primer rey cristiano de la historia de Georgia, la fe de Cristo empezó a arraigar poco a poco en el pueblo. La labor de Nina ya no era tan necesaria y se retiró a las montañas de Kajeti para llevar una vida de oración y piedad cerca de su Dios. Allí murió, en el año 335, aquella que por lanzarse a evangelizar las tierras desconocidas de Georgia fue llamada isoapóstola, la que es igual que los apóstoles. b
- 280: Nace en Colastres, en la actual Capadocia
- 295: Escapa de la persecución del rey de Armenia
- 326: Sus palabras y oraciones logran el Bautismo de la reina y del rey de Georgia
- 334: El rey Mirian encarga la construcción de la primera iglesia cristiana en el país
- 335: Nina muere y es enterrada en Kajetia