Los diáconos permanentes «no estamos para compensar la falta de curas» 

El número de diáconos permanentes no deja de crecer en las diócesis de España. «Hay mucho entusiasmo, es una comunidad creciente», afirma Manuel López, diácono permanente desde que fue ordenado en el año 2008 en la diócesis de Cádiz. «Las vocaciones no se pueden valorar por el número de personas, pero es evidente que hay mucho interés», añade. 

López es el autor de una encuesta a la que han sido invitados a participar todos los diáconos permanentes de España. «Compartimos un grupo de WhatsApp a nivel nacional y un día alguien preguntó cuántos somos, porque no había datos actualizados. Lancé la pregunta y de ahí han salido resultados interesantes», cuenta.  

Según su estudio, en España hay en la actualidad 583 diáconos permanentes, uno menos de los que detalla la encuesta, «porque acabo de asistir al entierro de uno de nosotros aquí en Cádiz», dice en conversación con Alfa y Omega. Pero tras apagar la curiosidad inicial por la cuestión numérica, Manuel quiso preguntar a sus compañeros también por otros datos: estado civil, años de antigüedad como diácono, años de ordenación, situación laboral, estudios civiles y eclesiásticos, etc.; además de indagar por otras cuestiones más valorativas: número de reuniones anuales en la propia diócesis, si se consideran integrados en ella, o simplemente conocidos o si participan de algún plan de formación propio…  

Así, las diócesis que más número tienen son Sevilla, Madrid, Barcelona y Valencia; y a mayor distancia todas las demás. El 91 % de ellos están casados y más de la mitad están en situación laboral activa. Como curiosidad, solo hay un diácono agricultor, pero también hay policías, abogados, funcionarios y un sinfín de profesiones; aunque la mayoritaria es la de profesor. 

En cuanto a su labor en la Iglesia, la principal dedicación es la pastoral parroquial, seguida de la atención a enfermos, la catequesis y el trabajo en Cáritas. En este sentido, Manuel López destaca «la implicación de los diáconos permanentes en tareas de servicio y caridad entre la gente y también en diócesis donde falta clero y atienden pastoralmente a las comunidades de tres o cuatro pueblos». 

Por este motivo, «la mayoría refiere que las comunidades los quieren y aprecian, porque pueden estar cerca de ellos»; algo que perciben especialmente aquellos que unen al sacramento del Orden el del Matrimonio.   

Lamentablemente, la encuesta revela asimismo que esta no es una realidad muy conocida incluso en el seno de la Iglesia en España. Uno de cada tres no se reconoce integrado en la estructura diocesana y dos de cada tres consideran que no son conocidos o valorados por su diócesis.

«El diácono permanente no es un monaguillo promocionado», atestigua el autor de la encuesta. «Es una vocación apostólica que arranca en los primeros años del cristianismo y que ofrece servicio y caridad para el mundo de hoy», asevera. Por eso, ante quienes dicen que es simplemente un modo de suplir la falta de vocaciones sacerdotales, contesta que, «cuando el Concilio Vaticano II restauró esta figura, el objetivo no era compensar la falta de curas. No son ministerios que se opongan, sino que se complementan y suman».