Armenios en Alepo: «Nos quedamos para dar un mensaje de esperanza» - Alfa y Omega

Armenios en Alepo: «Nos quedamos para dar un mensaje de esperanza»

Sus antepasados llegaron a la ciudad siria escapando del genocidio de 1915. La guerra, la crisis y el terremoto de 2023 los han reducido a una cuarta parte

Luca Steinmann y Nicolò Ongaro
Fieles durante una celebración en la catedral de los 40 Mártires
Fieles durante una celebración en la catedral de los 40 Mártires. Foto: Nicolò Ongaro.

Alepo es una de las cunas del cristianismo. Los primeros predicadores llegaron aquí, en la frontera entre la actual Siria y Turquía, hace 2.000 años, siguiendo las enseñanzas de san Pablo. En los últimos siglos, la presencia cristiana ha sido muy activa también gracias a la numerosa comunidad armenia, un pueblo cristiano que habla su propio idioma y vive de tradiciones específicas. Históricamente dispersos por todo Oriente Medio, a lo largo de los siglos han sufrido repetidas represiones y persecuciones, en particular durante el genocidio de 1915. Hoy, más de un siglo después, corren el riesgo de desaparecer nuevamente de esta región. El número de todos los cristianos ha disminuido drásticamente: si hasta hace pocos años era casi el 10 % de la población; hoy es inferior al 4 %. Los armenios no son excepción. Y con ellos, desaparecería uno de los corazones palpitantes del cristianismo desde el lugar donde primero echó raíces.

Para conocer a la comunidad armenia de Alepo es necesario visitar la catedral de los 40 Mártires, donde cada domingo estos creyentes se reúnen para celebrar Misa. Situada en el corazón de la ciudad, fue construida en 1501, cuando Alepo era un lugar de paso para los peregrinos que viajaban del Imperio otomano hacia Jerusalén. La piedra clara con la que está construida es del mismo color que los demás edificios cercanos, muchos de ellos reducidos a escombros: algunos por la guerra civil que desde el 2011 ha devastado Siria; otros debido al seísmo del 6 de febrero de 2023 que, a pesar de tener su epicentro al sur de Turquía, dejó unos 8.000 muertos en el país vecino. Alepo fue una de las localidades más afectadas. «Todos cuentan que nunca tuvieron tanto miedo como cuando llegaron los temblores, ni siquiera durante los combates más feroces» del conflicto, dice Nerses Barsoumian, de 45 años, el director de la escuela armenia local.

Nerses Barsoumian enciende una vela en el cementerio por sus seres queridos fallecidos
Nerses Barsoumian enciende una vela en el cementerio por sus seres queridos fallecidos. Foto: Nicolò Ongaro.

Como la mayoría de los miembros de su comunidad, Barsoumian es originario de los territorios de la actual Turquía, de donde sus abuelos huyeron para escapar del genocidio. «En ese tiempo, muchas familias de esta ciudad, tanto cristianas como musulmanas, ayudaron a los armenios en fuga», comenta. A partir de 1915, Alepo se convirtió en un lugar de salvación para ellos y su presencia creció rápidamente. Durante décadas, vivieron pacíficamente junto a las otras comunidades cristianas locales y la mayoría musulmana. En 2011, vivían en Alepo unos 60.000 miembros de esta confesión. Hoy quedan 15.000.

Los números empezaron a caer en 2011, con el estallido de la guerra civil siria. Entre los opositores al Gobierno surgieron grupos armados extremistas que, defendiendo la eliminación de todas las minorías en nombre del islam, comenzaron a enfrentarse al Ejército sirio. Armados con misiles y morteros, atacaron las zonas habitadas por ellos. Muchos huyeron. Sin embargo, Barsoumian decidió quedarse. «Las huidas tenían un efecto dominó. Cuando un miembro importante de la comunidad se iba, muchos otros lo seguían. Yo me quedé para detener este proceso». Los combates duraron años y muchos armenios tomaron las armas para defender sus hogares con el apoyo de las Fuerzas Armadas sirias, que con el tiempo recuperaron toda la ciudad.

Aunque ahora estos cristianos viven nuevamente con seguridad, muchos continúan marchándose. La mayoría han emigrado a Europa, Armenia, Australia y Canadá debido a la terrible crisis humanitaria: la economía siria está colapsada, no solo por la guerra y la corrupción, sino también por el terremoto y los efectos de las sanciones económicas de Occidente contra el Gobierno. Según UNICEF, hoy el 90 % de los sirios vive por debajo del umbral de pobreza y muchos de ellos no tienen acceso regular a alimentos y agua potable. Sin embargo, Barsoumian ha decidido no irse: «Nos quedamos aquí para dar un mensaje de esperanza».

Refugiados de Artsaj

Un grupo de ONG procedentes de la región de Artsaj (poblada por armenios y anexionada por Azerbaiyán en septiembre de 2023) presentaron la semana pasada en Ereván, la capital armenia, un escrito exigiendo al Gobierno armenio que se niegue a que se disuelva el Grupo de Minsk de la OSCE, como ha pedido la parte azerbayana, ya que es la única institución con un mandato internacional para mediar en este conflicto histórico. Un año después de la capitulación armenia, que causó un éxodo de más de 115.000 personas, muchas se encuentran aún acampadas o refugiadas temporalmente en localidades armenias cercanas a la frontera. En el aniversario, el presidente de la OSCE, Bujar Osmani, pidió a la comunidad internacional que aumente el envío de ayuda humanitaria.

María Martínez López