Una muestra para «ubicar los problemas en su justa dimensión»
El coleccionista Pérez Simón ha elegido para CentroCentro 70 de las 4.000 obras que atesora para celebrar el arte, que define como «la forma más elevada de comunicación entre los seres humanos»
Hasta el próximo 12 de enero de 2025, podemos disfrutar en el espacio CentroCentro de Madrid de la exposición Setenta grandes maestros de la colección Pérez Simón. Como el propio título indica, a partir de la selección de algunas de las pinturas más destacadas del referido acervo, la presente muestra nos propone un itinerario artístico a través de una serie de ejemplos de excepcional calidad, sumamente significativos respecto a aquellos pintores que han marcado el devenir estético en Europa y México, desde el Renacimiento hasta nuestros días.
La valía de las obras y los autores aquí reunidos, donde podemos descubrir creaciones absolutamente paradigmáticas, bien nos permite afirmar que quizá estemos no solo ante una de las exposiciones más notables de la temporada, sino ante todo un fenómeno cultural de gran calado.
En este sentido, destaca la intención última del propio Juan Antonio Pérez Simón al impulsar la presente muestra, pues con ella se brinda un canto de paz en estos tiempos de guerra, proponiendo el arte y la belleza como garantes del diálogo entre los pueblos. Así, al inicio del recorrido leemos las siguientes palabras de dicho coleccionista, nacido en Asturias en 1941 pero emigrado a México cuando tan solo era un niño: «Ante las tribulaciones económicas y políticas por las que atraviesa el mundo, debemos tener presente que la cultura nos permite ubicar los problemas en su justa dimensión. Vale la pena recordar que el arte nos brinda una visión más objetiva y tolerante de la realidad. Celebramos el arte, que es la forma más elevada de comunicación entre los seres humanos».
La exposición se vertebra en torno a tres capítulos. El primero de ellos, «Maestros antiguos y primeros modernos», compendia el quehacer de los más sublimes pintores del Renacimiento y el Barroco. Dicho espacio está presidido por una impresionante Virgen de Guadalupe (c. 1690) de Manuel de Arellano, monumental lienzo sumamente representativo de tantas copias efectuadas de la sagrada tilma por los más destacados pintores del México barroco, quienes contribuyeron de esta guisa a la propagación de tan acendrada devoción mariana. Junto a ella, contemplamos asimismo a La Virgen sosteniendo un rosario con el Niño Jesús, de Rubens; un dulce San Juan Bautista adolescente (c. 1665), de Murillo; o la Alegoría de la caridad de Cranach el Viejo. No debemos obviar a otros magníficos artífices presentes en esta sección como Goya, Canaletto, Van Dyck, etc.
El segundo capítulo de la muestra se consagra al siglo XIX. Descubrimos significativos cuadros de figuras del impresionismo y el posimpresionismo como Cézanne, Monet, Pissarro, Van Gogh o Gauguin, sin olvidar a nuestro Sorolla. Junto a ellos se incluye parte de la colección que Pérez Simón ha dedicado a la pintura victoriana, es decir, a aquellos pintores activos a finales del siglo XIX en Gran Bretaña, quienes imaginaron el mundo clásico desde su mirada anglosajona, donde el historicismo se confunde con la sensualidad simbolista, acuñando unos mitos que anhelaban historia y unas fábulas que entrañaban sueños escapistas y poesías sublimadas. De entre todos estos cuadros hemos de citar Las rosas de Heliogábalo (1888), de Alma-Tadema, amén de sugerentes lienzos de A. H. Payne o F. Leighton.
Nuestro recorrido se cierra con el bloque consagrado a las vanguardias del siglo XX y a las últimas tendencias artísticas. Sin lugar a dudas, dicho espacio evidencia que estamos ante una colección viva, atenta a las nuevas propuestas estéticas. No es por ello extraño que en paralelo a figuras paradigmáticas de la contemporaneidad, como Diego Rivera, Frida Kahlo, Léger, Magritte o Dalí, de quien se presenta una singular Ascensión (1958); también hallemos a otros celebrados creadores en activo: Miquel Barceló, Antonio López, Yoshimoto Nara o Takashi Murakami.
Lo que más pueda sorprender de esta muestra es que solo recoge una parte mínima, casi simbólica, de las casi 4.000 piezas que de diferentes disciplinas componen la colección Pérez Simón, amén de una biblioteca de 50.000 ejemplares. Así pues, la actual exposición de CentroCentro constituye toda una lección de historia de la pintura, pero también nos adentra en la biografía, en la sensibilidad, de un mecenas cuyas inquietudes —según él mismo ha manifestado— enraízan con la experiencia estética dimanada a partir de aquellos paisajes asturianos, norteños, que conoció y vivió durante su niñez y que nunca ha olvidado, antes al contrario. Dicha añoranza parece revivir en cada una de estas obras, en cada una de estas remembranzas.