«La guerra se ceba en la piel de las niñas» - Alfa y Omega

«La guerra se ceba en la piel de las niñas»

Con motivo del Día Internacional de la Niña, que se conmemora este viernes 11 de octubre, las organizaciones Amnistía Internacional, Entreculturas, Mundo Cooperante y Save the Children denuncian el flagelo que los conflictos infligen especialmente a las menores

Victoria Isabel Cardiel C.
Imagen de la campaña No quiero la guerra. Foto: Entreculturas.

Con 16 años recién cumplidos a Naima le arrebataron su sonrisa inocente de un zarpazo. Su casa, en Al-Genaïna, la capital del estado sudanés del mismo nombre, fue incendiada de noche en una de las cruentas batallas que libran a diario las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF, por sus siglas en inglés) y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, en inglés). Desde abril del 2023, cuando este conflicto se consolidó como una cruenta guerra civil en el país, más de seis millones de personas, como ella, se han visto obligadas a huir sin mirar atrás.

«Quiero continuar mis estudios, pero después de esto que ha pasado me parece imposible. […] Todo se ha cortado en mi vida, todos los esfuerzos que hice desde pequeña. Pero, a pesar de todo, estoy agradecida porque sigo viva. Mientras haya vida, hay esperanza», asegura ahora a salvo desde el campamento de refugiados de Farchana en la provincia de Ouaddaï, en el vecino Chad, donde llegó con su familia atravesando a pie la frontera.

Allí está siendo atendida por el Servicio Jesuita a Refugiados (JSR) y la asociación Entreculturas. Estas entidades, junto a otras organizaciones como Amnistía Internacional, Mundo Cooperante y Save the Children, han unido sus fuerzas en una alianza conjunta con el lema No Quiero. Se trata de una estrategia para lograr un mayor alcance, que usan desde 2019 cada 11 de octubre, Día Internacional de la Niña, para denunciar con una sola voz el flagelo que los conflictos armados infligen sobre todo a las menores.

En el informe No quiero la guerra, que fue publicado esta semana, han revelado, por ejemplo, que las niñas que viven en países en guerra tienen 2,5 veces más probabilidades de dejar de ir al colegio en comparación con los niños de su edad. «Esto es doblemente peligroso porque en muchas ocasiones la escuela es el único lugar seguro para ellas», apunta Laura Lora, de Entreculturas.

Las asociaciones han subrayado también cómo les acecha la violencia sexual en cualquier contexto cotidiano. «A menudo son atacadas mientras realizan tareas —que normalmente hacen solo las mujeres— como recoger agua o leña. Incluso el camino hacia el colegio puede ser peligroso», señala.

Asimismo han documentado que los grupos armados utilizan sobre sus cuerpecitos la violencia sexual como «táctica de guerra y reclutamiento». En muchos casos, «las niñas son obligadas a integrarse en estos grupos, donde sufren repetidas violaciones y se enfrentan a una estigmatización a largo plazo al regresar a sus comunidades, especialmente cuando tienen hijos como consecuencia de la violencia».

Además, la trata con fines de explotación sexual es otra de las formas más crueles de violencia a las que se enfrentan las niñas en contextos de conflicto armado. Según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNDOC), alrededor del 70 % de las víctimas de trata de personas en zonas de conflicto son niñas y mujeres. La mayoría de ellas son explotadas sexualmente o forzadas a la prostitución.

Las organizaciones han recogido también otros datos aberrantes como que hay 29 millones de niñas en el mundo que no van a la escuela por culpa de la guerra; o que el 80 % de los casi 120 millones de personas que son refugiadas, desplazadas o apátridas —la cifra más alta en la historia, según Naciones Unidas— son niños o mujeres. También han puesto de manifiesto que uno de cada cinco niños en el mundo viven en zonas de conflicto o tienen que huir de su hogar a causa de la violencia.

Sara Baras baila por estas chicas

La bailaora Sara Baras se ha sumado a la campaña La Luz de las Niñas de Entreculturas, que lleva más de diez años apoyando a niñas y adolescentes en favor de la defensa de sus derechos y libertades. «Hoy bailo por todas las niñas que huyen de guerras, de abusos, de matrimonios forzosos y de tantas violencias que amenazan sus vidas. Cada una de ellas es una luz que tiene derecho a brillar y, desde la sociedad, debemos apoyar y trabajar para que algún día haya un mundo libre de violencias para las niñas», afirma la artista gaditana en el spot que ha lanzado junto a la ONG grabado en el Teatro Gran Vía de Madrid. «Entreculturas y su campaña de La Luz de las Niñas hacen un trabajo clave para proteger a las niñas de la violencia y asegurar su derecho a un futuro digno y seguro, independiente de sus condiciones económicas o del lugar en el que vivan», señala Baras.

«Las guerras tienen efectos devastadores en la vida y la dignidad de todas las personas, pero se ceban especialmente en la piel de las niñas. Sufren las peores consecuencias de los conflictos, que puede incluir violencia sexual, secuestros, matrimonio infantil y forzoso», describe Lora.

A esto se suma también el contexto global marcadamente bélico, pues se ha alcanzado el pico más alto de conflictos desde la Segunda Guerra Mundial. Según los datos del último Índice de Paz Global que elabora anualmente el laboratorio de ideas Institute for Economics & Peace (IEP), actualmente hay 56 guerras activas en los que están involucrados un total de 92 países. «Es la tasa más alta de países en conflicto de los últimos 30 años», lamenta Lora.

El denominador común de todos ellos es que «los niños y las niñas se han convertido también en objetivos directos de estos ataques», lo que constituye una grave violación de sus derechos humanos e incumpliendo la obligación de los Estados y la comunidad internacional de proporcionarles una protección especial. Una crueldad inaudita que estas asociaciones han documentado en varios conflictos como el de Gaza, Sudán o Nigeria.

Además del de Naima también han recabado otros testimonios escalofriantes de decenas de jóvenes secuestradas en Nigeria, que describen los crímenes sufridos durante su cautiverio en manos de los terroristas de Boko Haram, los abusos por parte del Ejército tras ser rescatadas y la falta de asistencia del Gobierno. «Cuando mi marido quería intimar conmigo, yo me negaba, pero entonces, él me acusaba [a otros combatientes de Boko Haram] que me azotaban. Tras azotarme me violaba y sus amigos le ayudaban. Me ataban y él me forzaba. Lo hizo todos los días durante casi un año con sus amigos. Más tarde decidió venir solo pero, si yo me volvía a negar, informaba otra vez a sus amigos y me amenazaban con matarme si no accedía a sus demandas», cuenta una de ellas.

La investigación va más allá y subraya que las niñas se enfrentan a muchos obstáculos para acceder a la ayuda humanitaria. Ello se debe a restricciones sociales, culturales y de movilidad, especialmente en áreas relacionadas con la salud sexual y reproductiva, que son cruciales en situaciones de conflicto y postconflicto.

En todo caso, Lora remacha que los datos recabados son solo «la punta del iceberg». En muchos ni siquiera llegan los observadores. Son como «agujeros de sufrimiento de los que no sabemos nada, como en Afganistán, donde, aunque no existe una guerra abierta, la violencia contra las niñas es brutal». Además, en muchos casos, la violencia nunca sale a la luz. «No hay mecanismos de denuncia eficaces y muchas víctimas tienen miedo de ir a denunciar o simplemente no saben adónde ir, por lo que es muy difícil tener datos concretos», concluye.