La segunda congregación general del Sínodo vuelve a abordar el papel de la mujer

La segunda congregación general de la Asamblea del Sínodo sobre la Sinodalidad volvió a debatir cuestiones como el papel de la mujer, la presencia de laicos o la escucha «activa» hacia «las personas que no se ajustan a los dictados de la Iglesia», según informó el prefecto del Dicasterio para la Comunicación , Paolo Ruffini, en rueda de prensa.

Durante su alocución, el prefecto utilizó varias veces la imagen de la Iglesia como cuerpo de Cristo, «que reúne, por tanto, muchos miembros, es decir, muchos ministerios y carismas, pero en un solo cuerpo». Bajo este prisma se analizó el tema del papel de la mujer y de los laicos. «Las distinciones son necesarias», dijo, «todos los carismas son importantes, pero no todos deben ser necesariamente ministerios».

A pesar de ello, llamó a desterrar el clericalismo porque «en la Iglesia no hay amos ni súbditos. Solo hay un maestro y todos somos hermanos».

Una Iglesia europeizada

Tras Ruffini, intervino el cardenal español Cristóbal López Romero, arzobispo de Rabat (Marruecos), que afirmó que «este Sínodo es sumamente enriquecedor». Sin embargo, advirtió frente a una Iglesia que «está todavía demasiado europeizada, occidentalizada. Debemos vivir este camino ayudándonos unos a otros, para que la Iglesia surja más católica y universal». En cualquier caso, aseguró que «los europeos debemos aprender a ser humildes, pero los africanos tampoco debemos alardear porque el éxito no depende de los números. Debemos ayudarnos unos a otros a vivir el Evangelio».

Por último, subrayó que «habrá avances, retrocesos, encuentros, enfrentamientos, pero hay que demostrar madurez para tener paciencia, los que van más rápido esperan a los que van más lento… Es bueno que haya problemas, hay que afrontarlos y no barrida debajo de la alfombra».

Misión digital

En la rueda de prensa intervino también la hermana Xiskya, nicaragüense afincada en España, que habló de la urgencia de trabajar en la misión digital. «El 65% de la población mundial frecuenta las calles digitales», afirmó. Allí, por tanto, también hay «distanciados» que «sin embargo buscan la verdad y caminan heridos en el mundo, también por malas experiencias con la Iglesia».

De esta forma, la misión digital requiere de buenos samaritanos que «llegan a las personas que caminan por caminos digitales», y a los que «quieren redescubrir los valores evangélicos», así como aquellos que «nunca han oído el nombre de Jesús». La sinodalidad en esto es una gran «esperanza», considerando «la polarización en las redes sociales» y las «relaciones tóxicas».