David Naval: «En República Dominicana expulsan a la gente de sus casas para plantar más caña de azúcar»
O_Lumen, el espacio cultural de los dominicos, acoge la exposición fotográfica Invisibles. La vida en los bateyes, de David Naval, sobre las duras condiciones de los haitianos en las plantaciones de caña de azúcar
La muestra se puede ver gratuitamente hasta el 5 de octubre. En ella, el fotógrafo documental refleja un sistema de esclavitud moderna al que están sometidos los cañeros, hombres y mujeres que trabajan largas jornadas bajo el sofocante sol del Caribe, ganando menos de dos dólares diarios.
En tu exposición muestras la extrema situación de explotación laboral a la que están sometidos los haitianos que trabajan en las plantaciones de caña de azúcar de República Dominicana. ¿Cómo son esas condiciones de vida y trabajo?
Muy complicadas, porque al final tienen un sistema casi de esclavitud, incluso Estados Unidos ha reconocido que hay trabajos forzosos y explotación infantil. En general, he podido comprobar que la población de República Dominicana les tiene un odio atroz a los haitianos y los utilizan como mano de obra barata, tanto en el campo como en temas de construcción, y por lo general en todos los trabajos que nadie quiere hacer. Hay muchísimo racismo hacia ellos, hasta el punto de que, por ejemplo, este verano me contaba un misionero dominico que está allí cómo estaban sacando a mujeres embarazadas a punto de dar a luz de los hospitales, las metían en furgonetas y las dejaban en la frontera de Haití. A esos niveles están llegando. Además, en su día a día es complicado porque no tienen ningún tipo de médico, cuando alguien se hiere trabajando —que es muy normal—, les echan de los sitios y ya no pueden ni trabajar ni vivir, los niños no tienen opción de educación. En los bateyes —que son los asentamientos rurales asociados a las plantaciones de caña de azúcar—, no hay agua, ni luz, ni saneamientos de ningún tipo.
¿Cómo fue tu acercamiento a este tema?
Yo fui como voluntario de Selvas Amazónicas de los Misioneros Dominicos. Estuve en la misión que hay en el Seibo y, aunque yo ya conocía un poco el tema porque me había estado informando, fue a través de estos misioneros por los que me acerqué a esta realidad. Especialmente tanto a través de uno de los misioneros como con la ayuda de un par de ONG que trabajan dirigente los bateyes, me pude acercar a ellos.
¿Por qué es una de las crisis humanitarias más invisibilizadas de la región?
Que yo sepa, esto lleva pasando más de 30 años y sigue exactamente igual, sin mejorar las condiciones. Yo he hablado con periodistas y fotógrafos que hace más de 15 años han estado intentando mover este tema, —aunque hay muy pocas publicaciones al respecto—, y las condiciones de vida eran exactamente las mismas que he podido ver yo. Sin embargo, cuando alguno de nosotros vamos a República Dominicana, la mayoría de la gente lo que ve son playas maravillosas, hoteles de lujo mientras esto está pasando en las vallas de los hoteles, con lo cual es algo que nadie quiere que se vea.
En este sentido, ¿hay intereses internacionales en el negocio del azúcar?
Sobre todo por parte de grandes corporaciones. En este caso la mayor que hay, que es Central Romana Corporation tiene contactos, por ejemplo, con antiguos políticos españoles. Nuestro expresidente Felipe González tiene nacionalidad dominicana y es amigo de esta empresa. Y como él, muchos. Al final son temas muy polémicos, y yo tampoco quiero entrar en esas guerras, pero lo que provoca es que la mayoría de los medios de comunicación no quieran publicar sobre estas condiciones de explotación. Y yo creo que por denuncia social es importante hacerlo.
¿Qué impacto en la vida de la gente y en el entorno natural tiene la expansión de las cañas de azúcar y la deforestación, reflejadas también en tu trabajo fotográfico?
El principal impacto que tiene en la población, sobre todo en los más pobres, es que están expulsando a la gente de sus casas para poder plantar más caña de azúcar. Eso lo he vivido de primera mano con el misionero que me acompañaba, y he visto cómo han expulsado a gente de sus casas para poder dar más terreno a las plantaciones. No solamente para la plantación en sí sino también para las casas de los capataces. En ese sentido, hay muchísimas personas desalojadas y son siempre los más vulnerables. Por otro lado, la mayoría de tala que se hace en República Dominicana es ilegal, pero el Gobierno echa la vista a un lado y lo permite. Además, la caña de azúcar destroza el terreno, por lo que al final hay muchísimos recursos naturales que había en República Dominicana que se están perdiendo. Por ejemplo, me contaban que había una playa, que todos los días había muchísimas tortugas y que ya llevan varios años en los que no aparece ninguna. Además, los pescadores se quejan de que ha bajado también el pescado y los propios agricultores están teniendo cada vez más problemas para plantar porque al final el azúcar absorbe todos los nutrientes de la tierra.