El Papa llama los cristianos a «construir una civilización de paz» - Alfa y Omega

El Papa llama los cristianos a «construir una civilización de paz»

Decenas de miles de personas han llenado tanto el Estadio Gelora Bung Karmo como un recinto contiguo en Yakarta para asistir a la Misa de Francisco

Victoria Isabel Cardiel C.
Francisco a su llegada al estadio Gelora Bung Karno para presidir una Eucaristía
Francisco a su llegada al estadio Gelora Bung Karno para presidir una Eucaristía. Foto: AFP / Adi Weda.

Como si fuera una estrella del rock, el Papa ha recorrido en un vehículo descapotable, el estadio Gelora Bung Karno de Yakarta mientras la gente coreaba desde las gradas: «Viva el Papa». También se paseó por el estadio contiguo —donde decenas de miles de fieles que no consiguieron entrada para el primer recinto— siguieron la Misa en una pantalla gigante.

En su homilía, Francisco ha recordado a los cristianos que su tarea como discípulos de Jesús es «escuchar la Palabra y vivir la Palabra» de Cristo. «En medio del aturdimiento y la vanidad de las palabras humanas —ha dicho—, necesitamos la Palabra de Dios, la única que sirve de brújula en nuestro camino, la única que, frente a tantas heridas y pérdidas, es capaz de devolvernos al significado auténtico de la vida».

«No olvidemos esto —ha proseguido—. La primera tarea del discípulo no es vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta ni de hacer cosas extraordinarias o dedicarse a grandes proyectos. Por el contrario, el primer paso consiste en saber ponerse a la escucha de la única palabra que salva». «Frente a las numerosas ocupaciones de nuestra vida cotidiana —ha insistido—, ante la llamada que todos sentimos de construir una sociedad más justa, de avanzar en el camino de la paz y del diálogo, a veces podemos sentirnos insuficientes, sentir el peso de tanto compromiso que no siempre da los frutos esperados o de nuestros errores que parecen frenar el camino. (…) Siempre podemos arriesgarnos a ir mar adentro y volver a echar las redes, como Pedro, aunque hayamos pasado la noche del fracaso, a través del tiempo de la desilusión, en el cual no hayamos sacado nada».

Así ha prevenido de la tentación «de vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta» porque la tarea principal de los cristianos es «ponerse a la escucha de la única Palabra que salva, la de Jesús». En un mundo lleno de «vanidades, heridas y pérdidas», Francisco ha señalada que el corazón del hombre busca «un consuelo que no defrauda porque proviene del cielo y no de las cosas efímeras del mundo».

Con el Pontífice han concelebrado, además de numerosos sacerdotes, todos los obispos del país y los miembros de su séquito, entre los cuales sobresalían el cardenal Tagle y los monseñores Peña Parra y Gallagher, sustituto de la Secretaría de Estado y secretario para las Relaciones con los Estados. Francisco ha hecho hincapié en la importancia de «vivir la Palabra» para que no quede en una «bonita idea abstracta o suscitar solo la emoción del momento».

Así ha invitado a los cristianos a cambiar la mirada para que se dejen «transformar el corazón a imagen del de Cristo;nos llama a echar con valentía las redes del Evangelio en medio del mar del mundo, corriendo el riesgo de vivir el amor que Él nos ha enseñado y ha vivido primero».

Francisco es consciente de las ocupaciones cotidianas y dificultades que pueden sentir los fieles: «el peso de tanto compromiso que no siempre da los frutos esperados o de nuestros errores que parecen frenar el camino en nuestra misión por construir una sociedad más justa y avanzar en el camino de la paz y el diálogo».

Por ello el Pontífice argentino ha instado a «no permanecer encerrados en nuestros fracasos y, en vez de permanecer con nuestra mirada fija en nuestras redes vacías, miremos a Jesús y confiemos en Él». «Siempre podemos arriesgarnos a ir mar adentro y volver a echar las redes, aun cuando hayamos pasado a través de la noche del fracaso, a través del tiempo de la desilusión en el cual no hayamos sacado nada», ha señalado en la homilía. Francisco ha llamado a los cristianos a no dejar de «soñar» y a seguir «construyendo una civilización de paz».