André José Fétis: «Queremos actualizar nuestra forma de trabajar con los jóvenes»  - Alfa y Omega

André José Fétis: «Queremos actualizar nuestra forma de trabajar con los jóvenes» 

Recientemente reelegido como superior general de los marianistas, plantea unas líneas pastorales «donde los jóvenes puedan encontrar respuesta a su sed de espiritualidad»

José Calderero de Aldecoa
André José Fétis ha sido reelegido superior general de la Compañía de María durante el XXXVI Capítulo General. Foto: Compañía de María – Marianistas

¿Qué ha supuesto para usted la reelección por parte de sus hermanos? 
Una elección es siempre una sorpresa. No hacemos campaña y además había buenas razones para elegir a otra persona. Naturalmente, ser elegido es una gran muestra de confianza, y el deseo que surge de ello es no defraudar esa confianza y, sobre todo, responder fielmente a la gran responsabilidad que conlleva. Porque a través de los hermanos es Dios quien llama. En el Capítulo se elige un equipo con tres asistentes que acompañan al Superior General en su trabajo, porque el trabajo en equipo es muy importante: reflexionamos juntos, rezamos juntos y decidimos juntos. La variedad de opiniones y competencias es la mejor garantía para preparar una decisión conjunta sólida. Este aspecto era ya muy importante para nuestro fundador, el beato Chaminade. 

¿Por qué es importante para ustedes elegir a los nuevos responsables de la compañía con criterios de paridad, entre hermanos laicos y hermanos sacerdotes? 
Desde el principio, los religiosos marianistas han incluido a hermanos y sacerdotes (somos hermanos laicos y hermanos sacerdotes) con absoluta igualdad de derechos y deberes. Con la excepción del superior general, que es siempre un sacerdote, todas las responsabilidades pueden ser ejercidas igualmente por un hermano o por un sacerdote, excepto las actividades sacramentales que requieren el sacerdocio. Queremos proteger esta particularidad, que llamamos «composición mixta», porque tiene una gran influencia en nuestra vida y misión. La paridad entre hermanos y sacerdotes en todos los órganos de gobierno es una forma de garantizar esta protección. 

¿Cuáles son las líneas pastorales de la congregación para los próximos seis años? 
Durante este capítulo, la congregación trabajó en la pastoral con y para los jóvenes porque creemos que es esencial actualizar nuestra forma de trabajar con ellos para acercarnos más y darles más responsabilidades. Una de las grandes intuiciones de nuestro fundador era hacer que los jóvenes fueran ellos mismos actores de la transformación de la sociedad y de la evangelización. Queremos seguir escuchándolos, hablando con ellos, acompañándolos y formándoles, y queremos animarlos a que ellos mismos se impliquen. Queremos hablarles de Cristo de una manera que les toque y que puedan entender. Queremos hacerles conocer a la Virgen María, que siempre les conduce a su Hijo y los anima a seguir. También queremos que nos ayuden a transformarnos para poder comprometernos con ellos y para ellos. Queremos, una vez más, hacer una opción preferencial por los jóvenes. 

Han destacado ustedes la importancia de la pastoral con jóvenes. ¿Es una forma de trabajar frente al invierno vocacional que se vive en numerosas congregaciones religiosas? 
Sí, la falta de vocaciones es una de las manifestaciones de la distancia que se ha creado entre los jóvenes y la Iglesia; entre los jóvenes y nosotros. Ante todo, necesitamos restablecer el contacto, acercarnos, familiarizarnos. La Iglesia y las comunidades cristianas deben aparecer ante los jóvenes como sus casas, los lugares naturales donde pueden encontrar respuesta a su verdadera sed de espiritualidad. A nosotros nos corresponde abrirles la puerta, tender puentes y facilitarles el acercamiento. También tenemos que ayudarles a escuchar su voz interior y la de Dios, lo cual supone un gran reto en un mundo rebosante de información de todo tipo y que a menudo rehúye el silencio y la interioridad. Este enfoque, abierto a todos, puede suscitar vocaciones para todas las necesidades del mundo y de la Iglesia, y no cabe duda de que Dios sigue llamando hoy.