Los hermanos Williams, rostros de «una nueva España»
Los jugadores nacieron en nuestro país después de que sus padres vinieran desde Ghana y cruzaran el desierto a pie. Conscientes de su historia, Iñaki y Nico no olvidan sus raíces
Ya mundialmente conocidos, los hermanos Iñaki y Nico Williams han cosechado —y siguen haciéndolo— grandes victorias en el fútbol nacional e internacional. Ejemplo de ello es la Eurocopa ganada por España el domingo pasado, en cuya final el menor de los hermanos, Nico, anotaba el primer gol y se proclamaba como el mejor jugador del partido.
Pero la historia de la familia Williams no ha sido siempre, ni mucho menos, de trofeos. Más bien es un relato de acogida, fe y manos tendidas. Sus padres, Félix Williams y María Arthuer, originarios de Ghana, salieron de su país en busca de una vida mejor. Tras cruzar el desierto del Sáhara a pie, llegaron a Melilla y se quedaron en el centro de inmigrantes de la ciudad. Siguiendo los consejos de un abogado, tuvieron que mentir sobre su procedencia diciendo que eran de Liberia para no ser deportados. «En aquel momento, el Gobierno les distribuyó por la península bajo la supervisión de alguna organización, en su caso de Cáritas Diocesana», relata Iñaki Mardones, sacerdote claretiano secularizado y amigo de la familia. Fue él quien los recogió en la estación de Bilbao cuando llegaron a principios de 1994, porque sabía inglés y trabajaba dentro del grupo de atención a migrantes. Recuerda, además, cómo María estaba embarazada de ocho meses y, al no tener tarjeta sanitaria, «buscábamos a sanitarios concienciados para que les hicieran las revisiones».
Desde esos inicios en Bilbao, Mardones acompañó a la familia Williams encontrándoles lugar temporal en una pensión y estando a su lado para todo lo que pudieran necesitar. «Empezar de nuevo en una tierra extraña es difícil. Mi acompañamiento consistía en darles tranquilidad y fue un trabajo conjunto, de Cáritas y de las familias que les han ayudado».
Poco después de llegar a Bilbao, nació Iñaki Williams. «Me preguntaron si había algún problema en que le pusieran mi nombre y yo dije que todo lo contrario; que para mí era un honor», comenta Mardones. Así fue como el entonces sacerdote bautizó al primogénito de la familia en la parroquia bilbaína del Corazón de María. Hoy sostiene que «ellos siempre han tenido una profunda fe cristiana, incluso antes de venir».
Tras conseguir un trabajo en una granja de cerdos en Pamplona, se mudaron allí para comenzar una nueva etapa que trajo también un nuevo miembro: Nico Williams. Mardones asegura que, en aquella etapa, los hermanos «lo pasaron mal» porque la madre trabajaba mucho y el padre se había marchado a Londres a buscarse la vida. «Iñaki entonces se convirtió en un gran referente para su hermano pequeño», destaca.
¿Cuándo entra el fútbol en la ecuación? Aunque ya desde muy jóvenes empezaron a mostrar un talento extraordinario con el balón, fue en el colegio escolapio de La Compasión donde comenzaron a despuntar. De ahí, a Iñaki le ofrecieron ir al Athletic y Nico, después de pasar un año en el Osasuna, terminó en el mismo equipo que su hermano.
«Seguimos teniendo contacto», dice Mardones, que además estuvo invitado el pasado junio a la boda de Iñaki en la basílica de Nuestra Señora de Begoña, en Bilbao. «Siempre les he dicho que siguieran su camino con los pies en la tierra y es lo que hacen, porque saben de dónde vienen». Por eso las raíces son muy importantes para estos hermanos. A pesar de conocer la verdadera historia años después —porque, de niños, sus padres les dijeron que habían venido en avión—, «son conscientes de todo lo que ha tenido que pasar su familia y lo tienen muy presente», afirma Mardones. Su madre, María, en conversación con Alfa y Omega, asegura sentirse «tremendamente orgullosa», tanto por los logros futbolísticos como por lo mucho que se cuidan entre ellos. «Ellos son el rostro de una nueva España», asegura Mardones, y también de un país abierto, intercultural y solidario.