Angelo Vescovi: «La ciencia sin moral es un mero ejercicio tecnológico» - Alfa y Omega

Angelo Vescovi: «La ciencia sin moral es un mero ejercicio tecnológico»

El científico italiano investiga un tratamiento para la ELA y la esclerosis múltiple secundaria con células madre cerebrales. La Pontificia Academia para la Vida apoya este trabajo que, en su fase 1, ha obtenido prometedores resultados

Ángeles Conde Mir
El profesor Vescovi es el presidente del Comité Italiano de Bioética. Foto: Cedida por el entrevistado

¿En qué consiste su investigación?
Es fruto de 33 años de trabajo. Empezamos en 1990, cuando la ciencia seguía los hallazgos de Santiago Ramón y Cajal sobre el cerebro. El premio Nobel aseguraba que el cerebro es inmutable y no puede regenerarse. Entonces él no tenía los medios que tenemos ahora para saber que el cerebro tiene células madre. En 1993, yo formaba parte de un equipo que descubrió que en algunas áreas del cerebro sí había células madre. Pensamos que podría ser una forma para tratar el cerebro dañado. En 1997 nuestro grupo italiano descubrió cómo extraer esas células y multiplicarlas. De una muestra pequeñísima de tejido, solo tres milímetros cúbicos, se obtienen miles de millones de células madre cerebrales. Nosotros creamos el primer y único banco ético de células madre cerebrales.

¿Cómo obtienen esas células?
Tengo un profundo respeto por la vida humana. Cuando una criatura en el vientre de la madre muere por razones naturales, y solo naturales, solicitamos a los padres el permiso para hacer una biopsia. Tomamos un poco de muestra y, evidentemente, después devolvemos el cuerpo a los padres para que procedan con el entierro. Seguimos las reglas de la donación de órganos. Tuvimos seis donantes y tenemos seis líneas celulares. Paramos en 2016 porque tenemos miles de células congeladas.

Por tanto, su investigación no comporta ningún tipo de conflicto ético.
Ninguno. La vida es vida con un mes en el útero o con 60 años de existencia. La ciencia no es tecnología y nada más. La ciencia es conocimiento aplicado a la protección de la vida. Si para descubrir algo destruyes embriones humanos, eso no es ciencia, es un error porque falta el componente esencial de la ciencia, la parte moral que pone en el centro a la vida humana. Se queda en un mero ejercicio tecnológico con la soberbia de quien no entiende los límites. No todo lo que se puede hacer está permitido. Yo no soy creyente, pero mis creencias en cuanto a la protección de la vida son las mismas.

La Pontificia Academia para la Vida apoya su investigación.
Presentamos en su sede los resultados de esta primera fase de la investigación. He de decir que, sin el apoyo del presidente, don Vincenzo Paglia, nada de esto hubiera sido posible. La relación con don Vincenzo nació cuando era obispo de la diócesis de Terni y supo de mi trabajo.

¿Cuáles son los resultados de esa fase 1?
La fase 1 demostró que las células son seguras y que ofrecen resultados interesantes. Hicimos tres ensayos. El primero consistió en trasplantar las células en la médula espinal de pacientes con ELA. Salió muy bien, pero la cirugía es complicada. En el caso de la esclerosis múltiple secundaria, que no tiene cura, trasplantamos las células madre en las cavidades de la parte superior del cerebro, a las que se puede acceder más fácilmente con una aguja. En la fase 2 hemos comenzado el ensayo en pacientes con ELA, pero con este otro método menos invasivo. Ya hemos trasplantado a dos pacientes. Esperamos llegar a los 40.

En la esclerosis, con una sola inyección, doce meses después, se pueden ver grandes resultados de mejora en el volumen cerebral. La atrofia cerebral se ha reducido también y el metabolismo energético se ha activado. En los pacientes con ELA, ya en el primer ensayo, comprobamos cómo se ralentizaba el avance de la enfermedad. En breve comenzaremos con la fase 2 con la esclerosis múltiple. Esperamos que, en unos dos años, podamos usar células madre cerebrales creadas a partir de la sangre o la piel del propio paciente. La capacidad del cerebro de regenerarse depende de la gravedad del daño. Ahora necesitamos entender cómo regenerarlo con esas células.

¿Qué le dicen los pacientes?
Somos una organización sin ánimo de lucro y, por supuesto, no cobramos un euro a nadie. Yo soy el presidente del Comité Italiano de Bioética y el director científico del Hospital San Pío. Allí hemos construido, con fondos europeos, un instituto de medicina regenerativa donde coordinamos las investigaciones.

Los pacientes con ELA que tratamos son aquellos con progresión rápida. Estas personas mueren a los pocos meses de ELA fulminante. Y te dan las gracias. Quizá sea lo más desgarrador. Yo todavía no he curado a ninguno, pero nos dicen que al menos les hemos dado una esperanza. Esto es lo que te da la fuerza para seguir adelante. El camino es largo y tenemos que perseverar, aunque seamos pocos investigadores y tengamos poco dinero.