La mica de la vergüenza
En un mundo en el que buscamos con ansia el mejor de los secretos de belleza, quizá el secreto más oscuro sea la posibilidad de que algún cosmético que utilizamos a diario haya sido realizado mediante trabajo infantil. El glamour no se puede conseguir a cualquier precio
Con sus pequeños dedos escarba una y otra vez entre la tierra para encontrar las mejores láminas de mica que aseguren el sustento de su familia. A juzgar por la cantidad que lleva recogida en la tosca vasija, debe de llevar muchas horas en cuclillas bajo el sol abrasador de la India. El cabello enmarañado sobre su nuca apenas nos permite contemplar el rostro inexpresivo de una adolescente que no ha visto otro horizonte en su vida que el de este lugar a espaldas del mundo. Con suerte conseguirá reunir 20 kilos de mica al día, a razón de diez rupias (0,15 euros) por kilo. Tan solo tres euros al finalizar una interminable jornada de trabajo. Una infancia sin juegos, sin escuela, sin posibilidad de salir de esta suerte de esclavitud. Como ella, otros 160 millones de menores de edad trabajan en todo el mundo y casi la mitad realizan trabajos peligrosos.
La pequeña de la fotografía nunca tendrá entre sus manos el pintalabios o la sombra de ojos de marca fabricado con alguno de los fragmentos de la mica que está recogiendo. Este mineral es uno de los más utilizados para la fabricación de productos de belleza. Se necesita para añadir brillo al iluminador, al colorete, a las sombras de ojos, a las barras de labios y a los esmaltes de uñas. En la India se encuentran los mejores depósitos de mica en láminas del mundo, por lo que intermediarios sin escrúpulos se aprovechan de la pobreza endémica de familias como la de nuestra protagonista para explotar a miles de niños que extraen el mineral hasta quedar exhaustos. Además, cuando llega la temporada de lluvias no pueden seguir recogiendo mica y los padres casi siempre tienen que pedir anticipos a sus capataces para poder comer. Los intereses son tan exorbitantes que no tendrán más remedio que devolverlos restándolos del poco salario que se les paga por recoger la mica, lo que los ata y sumerge en una cadena de pobreza.
La ONG World Vision, dedicada a la infancia, ha elaborado un profundo informe dedicado a estudiar la mano de obra infantil utilizada en la creación de productos de belleza. El estudio alerta sobre la posibilidad de que alguno de los cosméticos que utilizamos a diario haya sido realizado mediante el trabajo infantil, por lo que desde la ONG animan a las grandes empresas a que examinen con lupa la cadena de suministro para asegurar que ningún pequeño pierda su infancia o incluso muera en estas minas ilegales, donde son habituales los derrumbes. El 90 % de las muertes ni siquiera constará en los papeles porque esta pequeña, al igual que su familia, carece de registros, lo que facilita la impunidad de sus explotadores.
Por el extremo de su falda roja asoman unos pies llenos de polvo. Su corta estatura y su ligereza le permiten ingresar con mayor facilidad en las minas. A los 30 años su salud estará tan quebrada que posiblemente no podrá seguir trabajando y necesitará que sus hijos la mantengan. Y así se repetirá en bucle esta misma imagen injusta. Mientras la demanda de los consumidores continúe y los beneficios de las empresas cosméticas aumenten, será difícil que termine esta forma de explotación infantil.
Hace dos años el Papa Francisco envió un mensaje a la Organización Mundial del Trabajo, durante un encuentro dedicado a la eliminación de la explotación laboral de niños y adolescentes. Les pidió que se combatiera esta lacra «de forma decidida, conjunta y contundente para devolver a los pequeños la vida a la que tienen derecho, para que ninguno sea obligado o coaccionado a trabajar, porque la explotación laboral de los pequeños nos interpela a todos».
En un mundo en el que buscamos con ansia el mejor de los secretos de belleza, cuando acabamos de celebrar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, quizá este sea el secreto más oscuro. El glamour no se puede conseguir a cualquier precio.