Paz, migraciones, trata e invierno demográfico, deberes del Santo Padre a los diplomáticos
Ha recibido a los nuevos embajadores de Etiopía, Zambia, Tanzania, Mauritania, Burundi y Qatar
El Papa Francisco ha recibido las cartas credenciales de los embajadores de Etiopía, Zambia, Tanzania, Mauritania, Burundi y Qatar. En algunas ocasiones, acoge a los nuevos embajadores de manera individual, como hace unos días al nuevo embajador de Venezuela; pero, en otras, si coinciden en el tiempo varios relevos diplomáticos, el Pontífice los recibe de forma conjunta, como ha sucedido este sábado.
En su discurso, ha hecho extensible su mensaje a todos aquellos que se dedican a tejer relaciones entre los países del mundo. Ha invitado a los embajadores a pensar en tres palabras: familia, esperanza y paz. Les ha pedido que piensen en «la imagen de familia aplicada a la comunidad internacional», porque las familias «constituyen el primer lugar donde se viven y transmiten los valores del amor y de la fraternidad, de la convivencia y del compartir, de la atención y del cuidado del otro».
De esta forma, ha indicado que «el noble trabajo de la diplomacia» debe promover estos valores. «En esta perspectiva, animo vuestros esfuerzos y los de vuestros gobiernos para cultivar el bien común, proteger los derechos fundamentales y la dignidad de todos y construir una cultura de solidaridad fraterna y cooperación», les ha dicho Francisco.
Ha recordado conflictos como el de Sudán, Ucrania, Haití o Gaza y las crisis humanitarias que han provocado. Y ha mencionado dramas como la migración forzada por causas económicas o climáticas, el tráfico de personas o el invierno demográfico. Ante estos desafíos, el Papa ha pedido diálogo para alcanzar soluciones compartidas y «reforzar los lazos que nos unen como hermanos y hermanas dentro de la familia mundial». «Debemos recordar nuestras obligaciones frente a las futuras generaciones preguntándonos en qué tipo de mundo queremos que vivan nuestros niños y quienes vengan después», ha insistido el Santo Padre. Por ello, ha propuesto como remedio cultivar la esperanza y reconocer que todavía queda bien en el mundo.
«Por ese motivo, me gusta pensar en ustedes, queridos embajadores, como signos de esperanza, porque son mujeres y hombres que buscan construir puentes entre los pueblos y no muros. Las elevadas responsabilidades que ejercitan recuerdan que la búsqueda de un terreno común, la comprensión recíproca y las expresiones concretas de solidaridad social son posibles», ha recordado el Pontífice.
Por último, ha evocado la paz para construir una sociedad más justa y fraterna. Francisco se ha despedido de ellos deseando que «en el ejercicio de su papel como diplomáticos se esfuercen siempre por ser constructores de paz, aquellos bendecidos por el Todopoderoso».