De Europa a América - Alfa y Omega

Observar el mundo desde la ventana de un avión te permite admirar privilegiadamente la inmensidad de los océanos y las montañas, puestas de sol interminables o ciudades que, por muy inabarcables que nos parezcan, desde arriba se terminan reduciendo hasta la insignificancia. De la misma manera que elevarse sobre aparentes contrariedades insalvables nos ofrece la posibilidad de mirar desde otro prisma esas cuestiones que nos inquietan. Comienzo así porque este artículo está redactado, en su integridad, en un vuelo de Madrid a Boston, de Europa a América, en las postrimerías de un proceso electoral en la Unión Europea y en los preludios de una campaña norteamericana que, en puridad, ya ha comenzado hace un tiempo. La conexión de estos dos acontecimientos, de sus resultados y los destinos de ambas regiones es ahora, si cabe, más relevante que nunca.

Este domingo 9 de junio, la UE se juega mucho más que la composición de su Parlamento, en un momento en el que se está implantando el mantra —de manera infundada o no— de que Europa es cada vez más irrelevante. El matrimonio entre la UE y Estados Unidos no ha sido especialmente cordial en muchas partes de su historia, aunque siempre reconciliable. Pero hoy Europa está más pendiente de lo que pasa en Estados Unidos cuando, sin embargo, los informativos americanos apenas se hacen eco de las elecciones europeas; cosa que por otro lado no es nueva. ¿Cómo se articulará este binomio si en noviembre vuelve a ganar Trump, quien ha declarado que con él se acabaría la guerra de Ucrania en favor de su amigo Putin, además de las dudas sembradas en torno a la OTAN que este año cumple su 75 aniversario?

Es verdad que lo que suceda en las elecciones de noviembre a la Casa Blanca tendrán una influencia directa también en los resultados de este próximo domingo, así como en la política comercial y de defensa de la UE. Pero, precisamente por ello, no es tiempo de fisuras ni de coquetear con eslóganes y programas electorales titubeantes. Estamos abocados a apostar por una Europa fuerte y unida. Lo contrario ya lo hemos vivido y no hemos salido bien parados.