El Papa lamenta los abusos contra la dignidad humana «también dentro del Pueblo de Dios»
Ha recibido a los participantes en el encuentro Reparar lo Irreparable con motivo del 350 aniversario de las apariciones de Jesús a santa Margarita María de Alacoque en la localidad francesa de Paray-le-Monial
El Papa Francisco ha reflexionado sobre el concepto de reparación en compañía de los peregrinos franceses que han participado en el encuentro Reparar lo Irreparable, celebrado con motivo del 350 aniversario de las apariciones de Jesús a santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial.
El Pontífice ha comenzado recordando que, en el Antiguo Testamento, la reparación suponía la compensación del mal cometido como acto de justicia orientado a salvaguardar la vida social. En el Nuevo Testamento, ha señalado, la reparación «se configura como un proceso espiritual en el marco de la redención operada por Cristo».
El Papa ha destacado que la Cruz introduce la novedad de la misericordia del Señor que se compadece con el que sufre. Así, reconcilia a las personas entre ellas y con Dios, «porque el mal cometido contra el prójimo es también una ofensa contra Dios». Por eso, el Pontífice ha lamentado que en nuestro mundo se sigan produciendo «tantos abusos contra la dignidad de la persona también dentro del pueblo de Dios».
«Reparar lo irreparable», como el título del encuentro, es una invitación a esperar que las heridas, aunque sean profundas e irreparables, puedan ser curadas, ha subrayado el Santo Padre. «La reparación, para ser cristiana, para tocar el corazón de la persona ofendida y no ser solo un simple acto de justicia conmutativa, presupone dos actitudes: reconocerse culpable y pedir perdón», ha dicho el Papa. Reconocerse culpable es el primer paso para la reparación. De ahí surge el deseo de reparar. Pedir perdón expresa la voluntad de restablecer los lazos del amor fraterno.
«La reparación, incluso un atisbo de reparación o simplemente la voluntad de reparar, garantiza la autenticidad de la petición de perdón, manifiesta su profundidad, su sinceridad, toca el corazón del hermano, lo consuela y suscita en él la acogida del perdón manifestado», ha explicado Francisco. «Por eso, si lo irreparable no puede ser completamente reparado, el amor puede siempre renacer, haciendo soportable la herida», ha concluido.
Antes de despedirse de sus invitados, ha evocado la obra de santa Margarita María de Alacoque. Ha asegurado que, si la oración de la santa pudo contribuir a consolar a Cristo, significa que la reparación puede consolar el corazón de cualquier persona herida.