Los obispos españoles piden «prohibir» los vientres de alquiler
Fuerte oposición de la Subcomisión para la Familia de la CEE a la maternidad subrogada: «No hay un derecho absoluto a tener un hijo», afirman los obispos en su mensaje de la Jornada por la Vida
«Nos congratulamos con el fuerte llamamiento que ha hecho el Santo Padre pidiendo a la comunidad internacional que se comprometa a prohibir universalmente la práctica de la maternidad subrogada, y nos unimos a esta petición». Esta es una de las demandas que han planteado este lunes los obispos de la Subcomisión para la Familia y la Defensa de la Vida, de la CEE, en su mensaje con motivo de la Jornada por la Vida que la Iglesia en España celebrará el 8 de abril.
«Siendo una buena noticia no debemos olvidar que la vida es un don», afirma el texto de los obispos para esta ocasión, lo cual implica que «no hay un derecho absoluto a tener un hijo». Así, aunque reconoce la necesidad de «acompañar a las parejas que tienen un fuerte deseo de ser padres», defiende que los avances médicos «no deben emplear la técnica para producir de manera artificial la fecundación», lo cual «se agrava» cuando, «para obtener un bebé, se acude a un vientre de alquiler».
En paralelo, la Subcomisión reclama la necesidad de «ayudar a las madres que reciben la noticia de su maternidad de manera esperada o inesperada, para que puedan descubrir que la vida que llevan en su seno realmente es una buena noticia». Este reconocimiento social «debe implicar ayudas efectivas integrales y no solo económicas», y debe llegar tanto a las madres que afrontan un embarazo inesperado «para que puedan seguir gestando a su hijo sin apuros», como a las familias que deseen concebir un nuevo hijo, «más aún en la situación de invierno demográfico que padecemos», dice el mensaje.
Junto a ello, los obispos defienden «el cuidado de cada vida humana especialmente en las situaciones de fragilidad». Por eso, denuncian «la trata de personas y la esclavitud moderna», ya que son «claras violaciones de la dignidad humana», pues «reducen a las personas a meros objetos de explotación económica y física». Al mismo tiempo, reclaman paliar las situaciones de pobreza extrema, «porque son muchos los que no tienen acceso a recursos básicos como alimentos, agua potable, atención médica y vivienda digna», y piden «revisar nuestras actitudes» hacia las personas migrantes y «evitar que haya personas en condiciones de trabajo inhumanas, con salarios injustos y falta de derechos laborales básicos».
Por último, al considerar el final de la vida y las situaciones de ancianidad y enfermedad terminal, piden «tener cuidado para no actuar según el criterio de que en esos momentos la vida ya es una carga pesada que debe eliminarse», y solicitan «apoyar efectivamente a las familias para que puedan atender a sus mayores».