Haití necesita «una transición sin sobresaltos» hacia un país con «instituciones sólidas», dice el Papa
Francisco ha invitado en el ángelus «a todos los agentes políticos y sociales» abandonar «los intereses creados» y buscar juntos «el bien común»
«Queridos hermanos y hermanas, he escuchado con alivio que han sido liberados en Haití un profesor y cuatro de los seis religiosos del Instituto de los Hermanos del Sagrado Corazón que fueron secuestrados el 23 de febrero», ha dicho el Papa tras el rezo del ángelus el 17 de marzo. «Pido que sean liberados cuanto antes los otros dos religiosos y todos los que siguen secuestrados en ese querido país tan puesto a prueba por la violencia», ha añadido.
Desde su balcón en el Palacio Apostólico, Francisco ha pronunciado «un llamamiento a todos los agentes políticos y sociales para que abandonen los intereses creados» y busquen juntos en Haití «el bien común». Les ha encargado apoyar «una transición sin sobresaltos hacia un país que, con la ayuda de la comunidad internacional, se dote de instituciones sólidas capaces de restablecer el orden y la tranquilidad entre sus ciudadanos».
El Pontífice se ha acordado de otros lugares del mundo golpeados por la violencia y ha pedido por «las poblaciones devastadas por la guerra en Ucrania, en Palestina e Israel y en Sudán». Ha pedido además a los peregrinos no olvidarse de Siria, «un país que sufre tanto por la guerra desde hace tanto tiempo».
En una nota más colorida, el Santo Padre ha dado «la bienvenida con placer a los participantes en la maratón de Roma» que ha tenido lugar durante la mañana y que ha definido como una «tradicional fiesta del deporte y la fraternidad».
«La gloria no corresponde al éxito humano»
Durante su catequesis, Francisco ha hecho referencia al pasaje del Evangelio de San Juan en el que, anticipando su Pasión, Jesús dice: «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre». Un episodio sobre el que el Papa ha preguntado a los peregrinos: «¿cómo es posible que la gloria de Dios se manifieste allí mismo, en la cruz?». En su cuestión, ha añadido que «uno pensaría que esto sucedería en la Resurrección, ¡no en la cruz, que es una derrota, un fracaso!».
Respondiendo él mismo a su pregunta retórica, ha aclarado que «la gloria, para Dios, no corresponde al éxito humano ni a la fama ni a la gloria del hombre». Y ha insistido en que «no tiene nada de autorreferencial» ni se asemeja a «una grandiosa exhibición de poder seguida del aplauso del público». Finalmente, ha concluido alegando que «para Dios, la gloria es amar hasta dar la vida». «Y esto ocurrió culminando en la cruz, allí mismo, donde Jesús desplegó al máximo el amor de Dios».