Secretario general de Cáritas Burkina Faso: «Trabajamos donde otras ONG ya no pueden hacerlo»
Hablamos con Abbé Constantin Seré poco después del domingo en el que cinco atentados dejaron más de 200 fallecidos en el país
Según el Instituto para la Economía y la Paz (IEP, por sus siglas en inglés), Burkina Faso es ya el país más castigado por el terrorismo, tras contabilizar 1.907 víctimas mortales, un 68 % más de las que tuvo en 2022. Un dato que sitúa a casi una cuarta parte de los fallecidos por terrorismo a nivel mundial en el país africano. Hablamos con el secretario general de Cáritas Burkina Faso, Abbé Constantin Seré, poco después del domingo sangriento del pasado 25 de febrero donde cinco atentados —uno de ellos en una iglesia católica— dejaron más de 200 fallecidos. Sus voluntarios «son los últimos en abandonar la zona cuando se produce una crisis de seguridad», asegura.
Médicos Sin Fronteras anunció la suspensión de sus actividades en su país tras el asesinato de dos de sus miembros en febrero de 2023. ¿Qué significa esto para la población?
La presencia de grupos extremistas armados obstaculiza las actividades de las organizaciones humanitarias como Cáritas. La inseguridad está restringiendo el acceso a las zonas en las que viven muchos desplazados internos. Hay ciudades con los accesos completamente bloqueados como Dori (o Nouna en la actualidad) a las que solo se puede entrar en un vuelo humanitario. Esto significa que las personas que están allí no pueden recibir toda la ayuda que necesitan para sobrevivir el tiempo debido.
¿Por qué se produce ese aislamiento?
El aislamiento de ciertas regiones del país es sinónimo de sufrimiento y de peligro para la vida de muchas personas. Se produce porque hay zonas bajo el control de los terroristas que escapan al control gubernamental. Afortunadamente, el Ejército consigue organizar convoyes humanitarios.
¿Cómo actúa Cáritas en zonas peligrosas como la diócesis de Dori, donde tuvo lugar el atentado contra una iglesia católica?
Cáritas tiene la ventaja de estar implantada de forma capilar por todo el país. En general, es una organización bien aceptada por la población. Además, su personal, especialmente los voluntarios, son los últimos en abandonar la zona cuando se produce una crisis de seguridad. Todo ello permite a Cáritas trabajar incluso en situaciones de grave inseguridad con acceso reducido. A menudo trabaja donde otras ONG ya no pueden hacerlo.
¿Se ha visto algún proyecto de Cáritas afectado por la presencia de terroristas?
Sí. De hecho hay proyectos que no hemos podido llevar a cabo correctamente porque los mercados no estaban abastecidos con los productos alimenticios necesarios. En un momento dado, cuando Djibo (diócesis de Dori) estuvo bloqueada, sufrimos un gran retraso en la ejecución de uno de nuestros proyectos humanitarios porque la ciudad dejó de recibir mercancías. Los terroristas habían cortado las principales rutas de tránsito y no pudimos adquirir los bienes que necesitábamos para el proyecto.
Por otro lado, en la ciudad de Kantchari (diócesis de Fada), arrastramos varios meses de retraso en la perforación del terreno para construir un pozo de agua porque no teníamos combustible para la maquinaria necesaria.