Esther Sáez: «Nosotros no estamos solo para que nos llamen una vez al año»
El tren en el que iba esta madre de familia explotó en la estación de El Pozo, cambiando su vida y la de los que la han conocido desde entonces
Hace unos años decía en estas páginas que el atentado del 11M «cambió mi concepción de la vida». ¿Cómo es su perspectiva 20 años después de aquello?
Mi vida es muy distinta a la que tenía antes y hoy pienso que mi único objetivo es entregarme. La vida es para darla, nunca tenemos la certeza de cuánto tiempo vamos a pasar aquí. Así que nuestra donación ha de ser día a día, porque mañana igual no existe. Tengo cada vez más claro que somos perecederos, que cada día es un regalo del Señor y puede ser el último, ¡pero no pasa nada! [ríe].
Llama la atención que hable así cuando de una víctima se esperaría un discurso distinto…
No sé por qué hay ese concepto de que la vida nos debe algo. No es verdad, no nos debe nada. Algunas personas puede que nos deban algo, ¿pero la vida? ¿Dios? Yo no tengo esa sensación. Vivir un solo día más es suficiente regalo. Tenemos todo lo que necesitamos.
Me imagino que, aun así, no será fácil con sus secuelas.
Desde el atentado he pasado por trece cirugías, la última hace dos años. Este verano he tenido una crisis neurológica bastante seria y me tuvieron que llevar a urgencias en ambulancia. Empecé una rehabilitación y gracias a Dios hoy me encuentro bastante bien. Hago una vida normal dentro de mi normalidad. Los dolores forman parte de mí y eso lo tengo aceptado. Es verdad que estoy más limitada que hace unos años y por eso me cuesta un poco darme cuenta de que hay cosas que ya no voy a poder hacer.
Y, dentro de esa limitación, ¿cómo hace para darse a los demás?
Desde hace años doy charlas en el programa de prevención de radicalización en las aulas que lleva a cabo el Ministerio del Interior y también hablo y doy mi testimonio en parroquias y otros encuentros. Sigo siendo catequista en mi parroquia y canto en el coro de la catedral de Alcalá de Henares. Tengo dos hijos mayores, y soy esposa e hija muy pendiente de mi padre. Esa es mi vida.
¿Cómo lleva el hecho de que los delitos del 11M prescriban en unos días?
Es algo que vivo con dolor por el revuelo interior que está causando en las víctimas. Los cinco primeros años estuve convencida de que se iba a saber la verdad y se iba a hacer justicia. Con el tiempo he visto que no es así y por eso he decidido no anclarme a la justicia humana. Todo lo que pasó se lo he dejado a Dios. Las cosas que no dependen de mí no quiero que me quiten la paz, pero me da pena por tantos que viven con esta angustia.
¿Las víctimas de los atentados siguen en contacto?
Sí, y compruebo que todo esto lo viven con desesperanza. Me da mucha pena, es como si su vida girara solo en torno a eso, no tienen otro asidero al que agarrarse. Algunos incluso son creyentes, pero viven con mucha agitación interior, miedo, enfado e ira.
Muchos de los jóvenes a los que habla no habrían nacido cuando ocurrió el atentado.
La mayoría. Desde hace años, los libros de texto incluyen todo lo relacionado con el terrorismo global y en España. Ahora bien, cuando empiezo a hablar se quedan alucinados y hasta lloran. Lo que más les impacta es que les hable de perdón; con eso se quedan desarmados. No estamos en la vida para juzgar a los demás, sino para vivir de Dios y tender la mano a los que Él pone en nuestro camino. Yo me siento tan perdonada que no puedo vivir pensando en lo que me han hecho los demás.
¿Consideran las víctimas que la sociedad sigue recordando?
En general, sí, sobre todo gracias al trabajo de asociaciones y fundaciones. Tenemos que insistir para que no se olviden de nosotros, no porque seamos importantes, sino para que no se vuelvan a cometer errores del pasado. Las víctimas del terrorismo tienen un valor muy grande. El solo hecho de no querer tomar venganza ya construye sociedad. En este tiempo de tanta agresividad y de tanto orgullo, deberíamos aprovechar su testimonio para que en España haya más respeto y más ganas de colaborar juntos. Las víctimas no estamos solo para que nos llamen una vez al año por el aniversario del atentado.