El cardenal Cobo, nuevo ordinario para los católicos de rito oriental en España
El arzobispo de Madrid ha pedido al Dicasterio para las Iglesias Orientales que el inicio de este ministerio se retrase una semana para que el cardenal Osoro pueda participar como vicepresidente de la CEE en la Asamblea Plenaria del día 4 al 8 de marzo
El Papa Francisco ha nombrado al cardenal José Cobo ordinario para los fieles católicos orientales residentes en España. El nombramiento lo ha hecho público a las 12:00 horas de este viernes el Dicasterio para las Iglesias Orientales a través de la Nunciatura Apostólica. Desde el 9 de junio de 2016 estaba al frente de este Ordinariato el cardenal Carlos Osoro, en la actualidad arzobispo emérito de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española.
El Ordinariato se establece como una jurisdicción personal, dependiente de la Santa Sede. El cardenal José Cobo, además del gobierno pastoral de la diócesis de Madrid, asume con este nombramiento una misión pastoral que se extiende a todos los fieles de rito oriental que residen en España. Con este motivo la archidiócesis de Madrid «agradece la labor desempeñada por don Carlos Osoro a lo largo de estos años tomando el relevo para seguir avanzando en el trabajo realizado».
El cardenal Cobo, consciente de que el nombramiento generaba el efecto de que el cardenal Osoro perdía la condición de vicepresidente de la CEE —cargo que seguía ocupando en tanto en cuanto que ostentaba aún la figura de ordinario—, por su expreso deseo ha solicitado al dicasterio la posibilidad de emitir un decreto que, de manera excepcional, prorrogara durante una semana la situación anterior. Pretende así que el cardenal Osoro participe como vicepresidente de la CEE en la Asamblea Plenaria que se celebrará del 4 al 8 de marzo en la sede de Añastro.
«Gran ventaja»
Para hacer frente a esta labor, el arzobispo de Madrid «juega con una gran ventaja porque la gran mayoría de estos fieles son migrantes», un ámbito para el que tiene una especial sensibilidad. «Puede dar una orientación pastoral al Ordinariato de forma muy directa», subraya Andrés Martínez Esteban, vicario de esta institución.
Hasta la creación de este Ordinariato, mediante el decreto Nobilis Hispaniae natio, los católicos de rito oriental dependían de la Iglesia local del sitio en el que residían, confiados al obispo diocesano. La Santa Sede lo erigió al considerar que la presencia de católicos orientales se había generalizado a nivel nacional. El objetivo era mejorar su atención religiosa y pastoral. También hay ordinariatos de rito oriental en Brasil, Francia, Austria, Argentina o Polonia. La sede suele establecerse en la capital del país.
Generosidad de las diócesis
Desde ese momento, los primeros pasos del Ordinariato fueron para «conocer la realidad» de estas comunidades en nuestro país, «cómo estaban trabajando y qué problemas tenían», explica Martínez Esteban. «Desgraciadamente, hay tanto desconocimiento que, como la mayoría son grecocatólicos, en muchas diócesis se los confundía con los ortodoxos». El grupo más numeroso son los ucranianos, que «están en toda España menos en Extremadura; incluso en Canarias» pero, sobre todo, en Levante. En Cataluña y Valencia también hay muchos católicos rumanos. Eso no implica que «en todos los sitios haya sacerdotes» de su rito, aclara.
También se contactó con las jerarquías propias de sus Iglesias de origen y con los obispos diocesanos «para que la relación fuera de sinodalidad». Cuando desde el Ordinariato se detecta la necesidad de un sacerdote, se comunica a las Iglesias de origen, por ejemplo la Iglesia grecocatólica ucraniana. «Ellos buscan al candidato más adecuado para venir como misionero» y, a partir de ese momento, canónicamente «depende del ordinario» en España.
Su sostenimiento corre a cargo de las Iglesias locales. «Tienen el sueldo de cualquier sacerdote», aclara Martínez Esteban. Una particularidad es que como muchos de estos presbíteros están casados, este salario «no llega para mantener a la familia y generalmente la mujer tiene que trabajar, como en cualquier familia española». Con todo, el vicario destaca «la gran generosidad de las diócesis, que les pagan el sueldo, la casa, los ayudan con los gastos y les facilitan locales casi siempre». Las únicas comunidades que tienen los suyos propios son las de Huelva y Barcelona.