Crean una ducha para que se aseen solos
Cruz Roja otorga su Premio de Tecnología Humanitaria a una iniciativa para la autonomía de las personas dependientes
En 2017, la abuela de Èric Güell fue diagnosticada con párkinson «y muchísimas tareas de casa empezaron a ser más complicadas, entre ellas la ducha», cuenta a Alfa y Omega Judit Salarich, su socia en el desarrollo de Showee, una ducha «accesible y ecointeligente» que ha ganado el primer puesto en los VIII Premios de Tecnología Humanitaria que organiza Cruz Roja y que llevarán a sus ganadores al Mobile World Congress de Barcelona, donde podrán encontrar más contactos y financiadores.
Frente a otros tipos de ducha centradas solamente en la seguridad, los creadores de Showee buscan «promover la autonomía» para que las personas con movilidad reducida puedan asearse solas. «A través de una pantalla táctil, puedes seleccionar el agua, el jabón o el secador o empezar un programa automático». Como resultado, sus usuarios salen limpios y secos.
Salarich aclara que su ducha «no es un robot». «No queríamos que fuera algo intrusivo sino dar intimidad a personas que quizás tienen artrosis y para las que abrir un bote de jabón es un reto». También dispone de un asistente virtual para personas con dificultades cognitivas. «Es un muñeco que aparece en pantalla y dice: “Ahora frótate la cabeza, frótate las axilas…”. Hay muchas personas que solo necesitan este soporte verbal y por ese motivo ya perdían la intimidad». De momento ya han fabricado 15 unidades, la mitad instaladas en centros sanitarios de Cataluña, donde han proporcionado más de 1.000 lavados. «Es importante validar nuestro producto allí, porque el volumen de gente que puede aprovecharlo es mucho más alto». Y genera confianza para los particulares que quieran instalarlo en casa.
Los premios de Cruz Roja cuentan con una categoría para jóvenes en la que Martí Amat, de 17 años y alumno del Colegio Inmaculada Concepción de Gavá, ha obtenido un reconocimiento por ADHEBOOK, una aplicación móvil para que las personas con una enfermedad se adhieran mejor a su tratamiento. Se le ocurrió al ver cómo «mi abuelo tiene que tomar distintas pastillas diarias». Creó un sistema de alarmas que se lo recordara y le permitiera entrar en contacto a él y a sus parientes con «pacientes expertos», es decir, personas que sobrelleven la enfermedad desde hace años y conozcan los trucos para afrontarla. Espera que Cruz Roja le ayude a implementar esta idea a través de «sus programas de voluntariado por teleasistencia» y confía en que, cuando sea mayor de edad, hablará con el sistema sanitario catalán para conectarlo con su aplicación.
Por su parte, Javier Feal y sus compañeros, también estudiantes de Bachillerato del Colegio El Prado, en Madrid, han creado Blood Broos. Su idea nació cuando el tío de uno de ellos pasó meses esperando un trasplante y quieren incentivar la donación de sangre. «Hicimos una encuesta de unas 3.000 personas que señalaba que en torno a un 60 % no sabía cómo ni dónde hacerlo. Por ejemplo, si tienes un tatuaje, ¿sabes que puedes donar?», señala Feal. A través de un test que puede hacerse con el móvil, un mapa con centros de donación y un programa de descuentos en comercios locales, quieren llenar los bancos de sangre de todo el planeta, porque «con la ayuda de Cruz Roja, que es internacional, podríamos escalar la aplicación a todo el mundo».
Berta Ponsa es directora de la residencia de ancianos Sant Andreu, en Manresa. Cuentan con una Showee en una las unidades de convivencia donde se agrupan 29 personas autónomas aunque con problemas de movilidad. «Implantamos la ducha porque creemos que puede conservar su independencia», explica. Además, «las gerocultoras están ganando tiempo» al dar a los usuarios herramientas para que puedan cuidarse a sí mismos. Y agradece a la responsable higiénico-sanitaria del centro la innovación.