Jóvenes con discapacidad intelectual y universitarios conviven en Barcelona
La Fundación Mutua Madrileña galardona un proyecto de pisos compartidos entre estudiantes universitarios y jóvenes con discapacidad intelectual
El proyecto Aura Hábitat ha resultado ganador de los últimos Premios al Voluntariado Universitario que otorga la Fundación Mutua Madrileña. Se trata de un programa de convivencia desarrollado por Aura Fundación en el que jóvenes universitarios comparten piso con personas con discapacidad intelectual, con el objetivo de que puedan aumentar su autonomía.
El proyecto, en el que participan seis voluntarios estudiantes universitarios de Cataluña, ofrece una estancia en un entorno normalizado para 22 personas con diversidad intelectual, que así «aprenden a convivir y a hacerse cargo de las responsabilidades que conlleva compartir casa con otros», afirma David Villanueva, responsable de Aura Hábitat.
El programa nació en el año 2002 y actualmente cuenta con tres pisos en la ciudad de Barcelona. «Lo creamos para dar una oportunidad a los jóvenes con discapacidad intelectual, ya que no tienen muchas opciones de lograr una vida independiente», señala Villanueva, quien destaca que para ellos «supone una oportunidad de crecimiento personal muy importante, una experiencia de convivencia como la que podría tener cualquier otro joven». Así, compartir con iguales «les permite ganar mucha autonomía, más allá del apoyo familiar, y es un modo de darse cuenta de que pueden tener un proyecto de vida autónomo», asegura.
La iniciativa también supone una notable aportación para los jóvenes estudiantes, pues «les posibilita adquirir muchas habilidades de escucha y de relación, además de poder aprender de la diversidad». En esta línea, el responsable de Aura Hábitat destaca que los vínculos que se establecen entre todos «eliminan muchas barreras y constituyen una experiencia vital irrepetible». Es más, muchos se siguen viendo después de terminar la convivencia —de tres a cinco meses para las personas con discapacidad, y de uno a tres cursos para los universitarios—, un tiempo que permite afianzar «una relación de amistad, pues no dejan de escribirse para saber de los demás y siguen organizando actividades juntos» concluye Villanueva.